Contra la intervención

Por: José Luis Urzúa

De origen, México ha sido objeto de espionaje, de expoliación, de guerras de despojo. Con su independencia, y en el marco de las guerras intestinas que siguieron a ésta, el país fue objeto del interés anexionista de los Estados Unidos; del Destino Manifiesto; de la Doctrina Monroe; del Big Stick o Gran Garrote; de invasiones del ejército yanqui; de la política de “Mr. Amigo”; y de los personajes que dibujaban el mapa estadounidense con territorios que iban del Bravo (el Río Grande) a la Patagonia.

Jefferson, Poinsset, Teodoro Rooselvet, los plutócratas de Wall Street y otros jerarcas del imperio, han dado sentido a la política trazada por John Quincy Adams, quien preconizaba la hegemonía mundial de los Estados Unidos. Aquí, el iniciador de esa política fue Antonio López de Santana, quien en su momento abrió la puerta a la expansión yanqui con la guerra de Texas, precursora del gran despojo de 1847 y de la negociación de La Mesilla, la invasión de Veracruz y la persecución de Villa por Pershing. O de otras intervenciones, como la francesa y su Imperio con Maximiliano.

Pero el santanismo no es producto del pasado, como tampoco lo son los tratados de Guadalupe-Hidalgo o los de Miramar. Las páginas de la historia registran otros hechos execrables que, como ahora, comenzaban con el espionaje, seguían con el abierto intervencionismo y culminaban con las armas. En el siglo XIX se cedía o vendía territorio. Entonces, el único comprador era la Casa Blanca. Después, el santanismo democratizó su sistema de ventas: cedía el país a retazos, bajo el concepto de concesiones mineras, petroleras, territoriales.

El Destino Manifiesto es dialéctico. Se ajusta al tiempo y a las circunstancias. La plutocracia norteamericana y sus aliados santanistas de nuevo cuño han perfeccionado la doctrina del Imperio. Éste, ahora, no invade, invierte. Y lo hace en efectivo y en ideología. Se lleva a las nuevas generaciones de mexicanos destinados al poder y los prepara en sus universidades. Así, el México que conocieron Salinas, Zedillo, Fox o Calderón, es el que les mostraron en Harvard y demás planteles, y el que, precursor del neosantanismo, dibujó José Vasconcelos: “un imperio mundial encabezado por los EE UU sería preferible a la continuación de la presente anarquía”, es decir, la que entonces representaba Lázaro Cárdenas y la que tibiamente siguieron hasta “el último presidente de la Revolución (Jolopo dixit).

Desafortunadas

Visto así, las declaraciones en Culiacán del titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Salvador Cienfuegos Zepeda, retratan de cuerpo entero a los personajes que tienen la responsabilidad del país y de su seguridad. Cienfuegos Zepeda dijo que sería ‘‘muy desafortunado’’ que se comprobara la información respecto a que Estados Unidos habría espiado a México en temas militares, energéticos y en cuestiones relacionadas con el narcotráfico. En caso de comprobarse, dijo, será el presidente de la República el que determine qué es lo que habrá de hacerse, y lamentó que esa información se dé a conocer cuando los gobiernos de México y Estados Unidos han avanzado en cuestiones de colaboración y entendimiento bilateral en los últimos años, en los que se ha convencido a muchos mexicanos que el American Way of Life es su destino.

Desafortunadas, desde luego, sus declaraciones. Cienfuegos olvida que es egresado del Colegio Militar, último bastión mexicano que resistió, a sangre y fuego, la política expansionista del “Destino manifiesto” implantada por los “iuesei” y que despojó a México de la mitad del territorio nacional para expandirse hasta las costas del Pacífico.

¿Qué pasa en México?

Por: José Luis Urzúa

De acuerdo con la versión oficial, el país marcha. Y marcha, además, como quería el viejo Himno Agrarista, que ahora ni los hombres del campo recuerdan: a “sembrar la semilla del progreso”.

Pero lo cierto es que, con todo y demagogia, el país no marcha. Por el contrario, está paralizado y ni su ¿hombre fuerte?, ni el equipo que lo asesora, aciertan a dar el golpe de timón para pasar de los planes a los hechos.

El partido en el poder y, con él, sus ahora aliados en planes, PAN y PRD, siguen dando vuelta en el círculo que ofrecieron romper para poner a México en el camino indicado. El país, tras los anuncios y las promesas, tiene más ejes –horizontales, transversales y verticales— que antaño, y lo cierto es que rechinan más que los de la carreta de Atahualpa Yupanqui.

En el Plan México, las reformas estructurales de fondo se atoran. En el de Desarrollo Nacional, el dinero –los recursos, se dice oficialmente— para emprender las acciones continua sin gastarse; los anuncios sobre que en tal o cual programa se canalizarían tantos cientos o miles de millones de pesos, siguen sin cumplirse.

En un país donde los recursos públicos para obras productivas son fundamentales, estos no llegan y han paralizado una economía que ya muestra signos de agotamiento. La economía de México se ve así amenazada por la recesión del país del que dependemos y por los reflejos de la crisis europea. En México aún no hay obra pública, ni tampoco fluidez de recursos para acciones concretas que, como quiere el titular de Hacienda, Luis Videgaray, planteen soluciones a los rezagos productivos.

Y ya va un semestre de los doce oficiales del sexenio –diez, en la práctica, porque los dos últimos son para preparar “la sucesión”—, sin que pase un día en que los mexicanos dejemos de oír que “suena el maíz”, pero, eso sí, no veamos que caiga un grano que fructifique la esperanza.

Por el contrario: en seis meses, los integrantes, diría Fox, del “gabinetazo”, han empezado a mostrar incapacidades. La primera fue Rosario Robles, con la denuncia panista en Veracruz de que estaban canalizando los fondos de la dependencia a la campaña política del PRI, que ahora es su partido.

No pasaron días sin que brotaran problemas en la Profeco, por la “Lady” que, con su acción, cometió un parricidio político: su ilustre padre fue defenestrado por la prepotencia y abuso de un poder que su hija, como tal, no tenía.

Y como decía el “mago” Septién, sigue llegando la gente: al Secretario de Comunicaciones y Transportes (SCT), como al magazo Beto “El Boticario”, sus “chicarcas” al frente de Capufe y Cofetel le descubrieron los trucos. En Caminos y Puentes desatendió un aviso ciudadano sobre la inminencia del deslave de un cerro en la carretera México-Querétaro, que mató a siete personas y produjo pérdidas millonarias; y en la Cofetel, por un mal planeado “apagón” para dar acceso a la TV digital, ahora aplazado por ordenes precisas de “El Preciso”, a la gente les quitaron el circo sin darles el pan.

Grave: en Seguridad, ante una onda aún mayor de la espiral de la violencia —que bien a bien no se sabe si es un barrunto de insurrección de un pueblo sobreexplotado por sus políticos y, ahora también, por los jefes del narco, pero que se traducía ya en ingobernabilidad y en un Estado fallido— se mandó más Ejército a Michoacán. Y como quiere este pueblo sabio, se enviaron soldados sin el fusil más importante: el de la razón y la estrategia. Las expectativas de su presencia no hacen prever en el futuro inmediato acciones eficientes sino sólo resultados poco prácticos, producto de una precipitación del mando superior y que, por supuesto, no abonarán a las esperanzas que apetece un estado mártir.

Y esto es, si usted acepta, lo sobresaliente. Porque casos hay más. Déjeles en calidad de morralla, aunque sean doce o más los desparecidos en un antro de la Ciudad de la Esperanza, como llamaban el Peje y su carnal, Marcelo, al DF, o los muertos que por rachas siguen apareciendo en los estados del norte y de la costa occidental.

Lo fundamental queda ahí. ¿Qué pasa en México? O como quería la vieja película, ¿dónde está el piloto? ¿O es acaso México una cinta infame de “Los Tres Chiflados”, que se dan de martillazos sin sacarnos una risa?. Hombre, si por lo menos fuera de los Hermanos Marx, los de Groucho, no los de Karl…

Cambios y más cambios

Por: José Luis Urzúa

Los tiempos políticos obligan a cambios. Y se están dando con la gente pequeña que, a pesar, o por esto mismo, quiere que se le defina como “actor político”: gente que vive de la farándula de la política. Los cambios no son para sacudir al mundo, ni al país ni al estado. Bueno, no sacudieron ni al municipio donde se asienta la capital. Por el contrario, sólo han ocurrido en el partido en el poder. En los otros partidos, el efectivo apenas si les alcanza y carecen de cambio. En el tricolor empezaron, forzados, por su dirigencia. Alonso Landeros creía aquello de que las deudas ya no se pagan e ignoró que, a pesar de ello, los plazos sí se cumplen. La Suprema Corte le dijo que se fuera y se fue. Con él salió del poder —en este caso de la Presidencia Municipal de Pedro Escobedo— Graciela Juárez. En lugar de Alonso, el Señor del Gran Poder tuvo a bien decirle a las bases que ratificaran al que él había electo: Tonatiuh Salinas. Para éste el papel asignado está difícil. Hacerla de presidente en el aparador, es fácil. Lo peliagudo está detrás de los bastidores, debajo de la mesa. Se vienen las elecciones del 2015. En el caso de Querétaro se juega la gubernatura, además del Congreso local, los 18 Ayuntamientos y las posiciones federales en el Congreso de la Unión. Suspirantes a la gubernatura hay pocos; a los otros cargos, muchos… pero son como enanos del circo. Por ahora, a la gubernatura se apuntan el actual alcalde queretano, Roberto Loyola, y Jesús Rodríguez, a quien se la deben en el partido y que exige el pago de las deudas pendientes. Otros son figurines de relleno.

Pero bueno, hubo cambios en el PRI y en el ayuntamiento queretano ya van nueve. En el Centro Cívico, a Oscar Hernández Villarreal, un dinosaurio en toda la extensión de la palabra —estuvo con Rafael Camacho, y luego con Enrique Burgos— se le pidió que dejara la Secretaría de Administración, porque ya se había invitado a Jaime Díaz Becerril para que lo sustituyera. A efecto de que siguiera cobrando en la nómina, a don Oscar se le nombró Coordinador de Delegados, cosa que aceptó rapidito, y a quien estaba en ese cargo, Francisco Herrera Castañeda, se le designó delegado de Carrillo Puerto. Sin que se lo esperara ni él ni su jefe inmediato. También se despidió al Director de Nuevos Proyectos de la Secretaría de Gobierno Municipal, donde el titular de ésta, Mauricio Ortiz, apenas tragó un angustioso ¡gulp! Los cambios determinaron el arribo de Francisco Hernández Velázquez e Israel González, y la despedida de Paco Hernández y Antonio Cabrera Pérez. En fin, gente menor, gente chiquita, a la que sin duda se encontrará nuevamente cobrando en la nómina.

Farándula

Por: José Luis Urzúa

En la vida nacional, estatal o municipal se nos ha hecho creer que la actividad política es fundamental para —dirían los clásicos— nuestro “devenir histórico”. Nada más falso. Nuestro “devenir” va más allá y depende de muchas más cosas que la vida política y sus actores, como se autonombran los grillos del momento. Para el pueblo, el hoy y el mañana significan “chinga para alcanzar la chuleta”. Para los “actores políticos” es Jauja, ése mundo fantástico en el que viven y del que piensan que todos estamos atentos.

Y no hay tal. Le cuento. Iba por la 5 de Febrero cuando divisé a lo lejos una mampara con un rostro sonriente. Era Marcos Aguilar, diputado federal del PAN, que me recordaba su obligación de informarme de las actividades que ha desplegado en el Congreso de la Unión. Ni a mí, ni a usted, ni a nadie del pueblo nos consultó sobre lo que iba a hacer o a decir en nuestro nombre y por nuestro interés, pero sí nos enteramos por los periódicos locales que fue a informarles a los habitantes de Hércules que los defenderá ante “el gobernador, el alcalde y el secretario de Comunicaciones y Transportes” porque la vía del tren rápido afectará sus propiedades. Y nos enteramos también que los dirigentes priistas dijeron que el panista es un mentiroso porque ni Peña Nieto ni nadie sabe a la fecha cuál será el trazo de la ruta que finalmente se decidirá para el tren México-Querétaro porque todavía no se realiza el proyecto ejecutivo. O sea fue otra mentira o, suavemente, déjela en “promesa de campaña”.

Como Marcos, andan José Luis Aguilera, Ricardo Astudillo, Diego Follo y toda una caterva de diputados locales y federales, ofreciendo el oro y el moro, pagándose espacios en la prensa escrita y minutos en la radio y televisión para que sepamos que ahí la traen y que ellos son felices representándonos.

Y ocurre que luego que nos representan, como le sucede a Rubén Galicia, en El Marqués, donde fue presidente municipal, la chota anda atrás de ellos, pero ¿qué quiere? En ese mundo ficticio de la política, las cosas se hacen siempre al “ahí se va”. Inhabilitar políticamente a Galicia sólo se hizo para declaración de medios, porque un trámite como éste ni lo conoce la Legislatura, que es quien debió cubrirlo. La Legislatura no ha sido notificada ni tiene conocimiento sobre los documentos donde obra la inhabilitación del ex alcalde priista de El Marqués.

Y aquí entra otro actor político, Braulio Guerra Urbiola, quien quiere saber quién carajos inhabilitó al compañero de partido y de sector, porque él, como integrante del Poder Legislativo, ignora qué fue lo que ocurrió. Por lo pronto, el Gobierno estatal anunció la separación del cargo al jefe de Departamento de la Dirección de Auditoría de la Contraloría estatal, quien fue señalado por las autoridades de El Marqués como implicado con Galicia Medina. Alejandro Ángeles Arellano presentó su renuncia, dijo, para hacerle frente al señalamiento del Ayuntamiento.

Y mientras éstos van a su peculiar purgatorio para saldar sus pecados, otros la libran, como Armando Rivera o Pancho Domínguez, mientras que otros más –Ricardo Anaya, por ejemplo— están en la gloria, o casi por llegar al umbral de ella, como, otra vez, Braulio Guerra y Guillermo Vega –del PRI y del PAN, respectivamente— que asumieron el control del Congreso local y afilan su puntería para, desde ahí, acceder a las candidaturas de 2015 para las presidencias municipales de Querétaro y San Juan del Río.

Contra la pobreza. ¡Batalla perdida de antemano!

Por: Severo Iglesias

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En estos días, en que el poder festina el inicio de la batalla contra la pobreza…

Hace ya tiempo, ante el temor de que los campesinos se organizaran de nuevo como ejércitos populares, el Estado nacido de la Revolución Mexicana dio forma al populismo: otorgar beneficios a los pobres para evitar su miseria extrema e impedir que “no tuvieran nada que perder”. Luego, la “política de beneficio social” pasó a ser el esquema de subsidios, como el montado en la bisagra formada por la reforma agraria y la industrialización de México a partir del cardenismo (su decreto de 1939 para impulsar la industria hace esto patente). Con este mecanismo, se abrió la puerta para que el valor generado por el trabajo agrario fuera transferido a la ciudad y para acumular así la riqueza que la industria de México necesitaba.

Pero toda puerta, según la posición, se abre o se cierra. La llegada de bienes alimentarios a bajo precio a las ciudades operó como mecanismo de control de los obreros y las clases medias. Fue una manera en que el estado mexicano “de bienestar” ayudó a los pobres y, a la vez, protegió a la industria mexicana como “fábrica de empresarios” (no sólo por la vía del enriquecimiento de diversos grupos gubernamentales en particular, sino también por las exenciones de impuestos, los combustibles, lubricantes y tarifas a bajo precio, a toda la clase empresarial). A la vez, y en tanto toda puerta deja pasar o bloquea la luz, el lado luminoso de tal política “social” lo constituían las prestaciones que se daban al trabajo en los alimentos, el vestido, el transporte, etc. El lado oscuro era que el verdadero beneficiario era el capitalista, pues con ello el Estado le facilitaba el pago de bajos salarios deprimidos. Es bien sabido que el salario base se determina por el costo total de los medios que un trabajador necesita para su subsistencia y su familia. Si el precio de dichos bienes es bajo, el salario desembolsado por el empresario urbano representará menor costo salarial y, por tanto, extraerá mayor utilidad del trabajo que labora a sus órdenes.

El gozne de la transferencia de valor quedaba armado así:

  1. Una hoja de tal bisagra social era el trabajo del pequeño agricultor y el ejidatario, liberados de la hacienda por la Revolución;

  2. Otra hoja era la absorción de ese valor a través de los acaparadores y las instituciones fundadas para controlar la producción agrícola (como CEIMSA y CONASUPO), que concentraron la comercialización y canalizaron el valor hacia el capital industrial;

  3. La tercera era el mecanismo de transferencia del valor vía los precios. Este mecanismo tenía tres lados: (a) la fuerza de los sindicatos que, como correas de transmisión del poder estatal, forzaban al aparato comercial a vender los alimentos a bajo precio para beneficiar al empresario industrial vía los bajos costos salariales; (b) los “precios de garantía” que, nacidos para impedir la acción de los caciques acaparadores, acabaron siendo la imposición de tope máximo, más allá del cual todo era apropiado para el industrial vía los subsidios. La ingenuidad de la propuesta de AMLO para restituir los precios de garantía expresa su bajo nivel programático. La diferencia de costos salariales entre el trabajador mexicano y el norteamericano, de alrededor de 1/30, es un indicador de ello; (c) el flujo de migrantes del campo a la ciudad, dado en el inicio del agotamiento de este sistema desde los 40’s, fue otro modo de canalizar el valor a través de la fuerza de trabajo campesina barata que engrosaba las filas de los desocupados y, claro, del bajo nivel salarial.

Ligado esto al desarrollismo, que impulsaba la producción de bienes de uso y consumo pero exigía la importación de bienes de capital, materias primas y secundarias, equipos de producción, capital financiero, etc., la dependencia de la industria mexicana fue creciendo y acabó sometida a la presión de la crisis petrolera, el costo infraestructural, la inflación y la creciente deuda nacional.

En tales condiciones, el esquema de subsidios se volvía innecesario. Había crecido la clase media, se había constituido la clase empresarial y, ahora, ésta podía desprenderse de la tutela estatal. El campo estaba saqueado y no era fácil reconvertir su economía y su organización social para volverlo próspero. Los tiros fallidos y los desplantes histriónicos de Echeverría y López Portillo fueron la expresión grotesca de este fracaso del sistema de subsidios. La economía de los 70’s contaba ya con un mecanismo más ágil para mantener bajos los salarios y el nivel de la miseria: la inflación. La política de indexación de precios y salarios, mantenida desde entonces, aseguraba el control de los grandes flujos de riqueza en favor de los sectores del capital.

La ola de descomposición de los 80’s; la aparición del neoliberalismo reaganómico que impuso las reglas del juego del mundo y del México actuales; y la reorganización del movimiento de concentración del valor para recomponer la base de la tercera revolución científico-tecnológica —que hoy nos invade de todos los espacios y nos obliga a deshacernos de todos los bienes de uso para suplirlos por otros que impulsen el nuevo consumo—, ha sido el contexto de la depauperación extrema.

De pronto”, tras el sueño de los empresarios que se montaron en el carro de los grandes negocios neoliberales, de la furia antirrevolucionaria de los grupos en el poder estatal —que se repartieron el valor de las privatizaciones a partir de MMH—, de los acomodaticios pequeños y medianos empresarios que hallaron un espacio para conservar su status, y de los millones de trabajadores informales que, al margen de las funciones estructurales apenas sobreviven, se dejó ver el espectro de la miseria extrema. “Aquellos grupos sociales –dice la ONU- que no tienen una ingesta de calorías suficiente para tener una vida útil.”

La fábrica de miserables había dado resultados. El salinismo, aparentemente ignorante de estos hechos, se dio cuenta y fundó la “política de pobres” vigente. Aunque no podía llamarle así: su educación recibida en Harvard lo obligaba a guardar las apariencias. Era más fácil prostituir el “principio de solidaridad” (de comunidad e interrelación entre seres humanos) para disfrazar el “principio de la dádiva”, del control clientelar partidario y la caridad social. Desde entonces, las despensas de contención, las becas, los empleos subsidiarios, la ayuda a los ancianos, la acción civil parasitaria, disfrazada muchas veces de ONG, son maneras de obtener medios de subsistencia al margen el sistema de las relaciones del capital y el trabajo.

Más todavía. Ése espacio estructural marginado, que suplantó al ocupado por los grupos marginados formados desde los 40’s, ligados a la emigración del campo a la ciudad, se ha constituido en el marco de referencia de la política “social” de los gobiernos.

Para el PAN los pobres no tuvieron importancia (salvo para sus grupos religiosos que ven en la pobreza un puente de manipulación). Su tesis es premoderna: está atrapado en el personalismo del ser humano que no necesita nexos sociales para sobrevivir. El PRI transita con la dosis de realismo que los tiempos imponen. Si estructuralmente los subsidios ya no funcionan, el uso de los recursos públicos con fines de inversión social es una buena respuesta. Si la educación es entendida como una inversión, con mayor razón lo son las dádivas a los pobres. Son un negocio de alta lucratividad. Dicho así, al poder todo le indica que la batalla iniciada contra la pobreza, en lugar de la torpe guerra contra el crimen organizado del panismo, puede ganarse. Así construirá un muro de contención contra las rebeliones futuras y se afianzará en el poder.

PASA A LA 6

Todo parece indicar, en el campo de los sueños, que así será. México no tendrá pobres porque está dando a los miserables los medios para sobrevivir. Obviamente, no podría darles los medios para una vida cómoda, digna y de elevación social, política, cultural y espiritual. Sólo para malvivir. ¿De dónde saldrían tales medios si sus destinatarios no aportan valor a la vida nacional pues no tienen empleo? ¿Cómo suponer que la lógica del dar o del consumir puede mantenerse sin su ineludible soporte en la lógica del producir? Sólo suponiendo ilusamente que los pobres son pobres porque no tienen la suerte de tener un trabajo, por carecer de voluntad, de estudios o por alguna debilidad física como la de los ancianos.

Esto es, sólo suponiendo erróneamente que la pobreza no es resultante de la estructura propia del sistema y que su principal modo, la pobreza que nace del trabajo asalariado, es un producto del mecanismo de la generación de riqueza en el sistema donde rige el capital. Este mecanismo lo sabe la señora que dirige estas acciones en la Secretaría de Estado. Conoce el abc de las tesis sobre la plusvalía, pues fue “comprometida” militante de las viejas izquierdas. Los empresarios, el sistema, los gobernantes saben superficialmente que esa miseria extrema es resultante de la falta de espacio y de inversión del capital nacional para engrandecer a la nación. Saben también que las ofertas de empleo son chasquidos semejantes a la señal de un reflejo condicionado. Para un organismo con hambre cualquier ruido puede significar una promesa. La tecnología en avance, en cambio, marcha en dirección contraria a la ocupación. Necesita cada vez menos trabajo.

Obviamente, en esas condiciones, la batalla contra la miseria está condenada al fracaso de antemano. Y sólo podrá ganarse si se cambian las condiciones de propiedad sobre los medios de producción, de trabajo, de organización y de fines sociales, para ponerla al servicio de la liberación del trabajo y de una sociedad orientada a servir a quienes sostienen el mundo con su esfuerzo diario.

¿Cómo interpretar, entonces, el significado del discurso contra la miseria? ¿Inocencia de los administradores, populismo renacido, meras medidas de contención, pobreza de espíritu de los miserables? Entre el envilecimiento y el cinismo hay muchos puentes. Hace pocos años un personaje de izquierda justificaba el reducido ingreso de estudiantes a la universidad actual diciendo que “los jóvenes deben tomar conciencia que no hay lugar para todos, pero hay otras instituciones donde pueden ingresar.” En tanto, quienes luchamos en los 60’s por ampliar el cupo, sosteníamos la tesis de que “el joven hijo de obrero o campesino debe tomar conciencia de su derecho a ingresar a la universidad porque sus padres la sostienen con su trabajo.” La miseria de espíritu puede inducir a aceptar cualquier dádiva y autoreprimir el impulso de rebelión.

¿Qué induce a quienes hacen de la miseria un negocio económico, civil y político? Sólo el cinismo. En los mismos egresados de las universidades vemos su génesis. A nombre de la movilidad y el ascenso social, la universidad transmuta el ser social de sus miembros: éstos entran como hijos de obrero o campesino y salen como miembros de la clase media. Sin duda, saben lo que sucede, la alienación no explica esto. Pero cínicamente hacen lo contrario a lo que su condición de origen y los valores nacionales les dictan.

En esta época en la que la conciencia se ha vuelto discurso o retórica comunicacional, el cinismo es el recurso más espontáneo y borra todo nexo con la lealtad social, ideológica o nacional. La razón perezosa hace el resto.

Así sucede con la señora que reparte despensas en la tienda nacional. ¡Si el sistema supone que su anterior militancia facilita el engaño, peor para él!

Tres principios del México Nuevo

Por: Severo Iglesias

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Concluye con esta entrega el ensayo de Severo Iglesias Tres principios del México Nuevo, que propone líneas de acción para entender, comprender y alcanzar la soberanía nacional, la soberanía popular y la soberanía social, básicas para integrar un programa humanista que tenga por guía el cumplimiento de los altos fines de la especie humana: la dignidad, la justicia y la libertad, por ejemplo, y no la posesión o el poder. Como él lo apunta, no se trata de la libertad en abstracto, sino de la praxis constitutiva del mundo nuevo; no de la igualdad formal sino de la justicia colectiva, de la dignidad de todos y de cada quien dando garantías a los derechos humanos; no de la fraternidad natural sino de las capacidades universales del género humano y la humanización del mundo. Su orientación será tratar al mexicano como un fin con validez en sí mismo, para que impregne su vida con valores estéticos, morales, éticos, intelectuales y cívicos.

 

El sujeto histórico de la soberanía social

Es claro: la soberanía social tiene por sujeto a la humanidad y la vida autoconsciente de cada humano. Igual que la libertad, no puede transferirse a nadie más, ni ser regalada o concedida por el poder.

Respecto a las fuerzas colectivas que pueden impulsar su ejercicio, la posición de ellas está en relación directa con el alcance de su interés. Para ejercerla, la clase o sector social ha de elevar su acción a la altura de los principios e intereses de la humanidad. Esto, a la inversa del practicismo, que subordina el fin histórico universal al interés particular eventual.

No puede decirse ahora, como no pudo decirse tampoco en el siglo XIX, que radique en los totalmente desposeídos, pues el envilecimiento ha invadido a grandes capas de la población aplastada por la miseria. La clase trabajadora, por el avance tecnológico, educativo y organizativo, incluye hoy a los obreros industriales, los obreros de la cultura y del arte, los técnicos, profesionistas, trabajadores del campo y los servicios, a los investigadores y, en suma, a todos aquellos que aportan valor económico a la vida social. Ella es la base actual de la soberanía social, aun en su inconsciencia.

Sólo cuando el fin de la humanidad es hecho suyo por el trabajador contemporáneo, que es base de la existencia del mundo, se instaura un puente entre la soberanía nacional, la popular y la social con el mundo obrero, más allá del dominio de clase o de partido.

El interés particular, con gran papel en la trasformación social, ha de convertirse en la razón universal del futuro histórico. A la vez, la humanidad ha de hacer vigente la base de su existencia, convirtiéndola en condición social general: el trabajo, obligación social necesaria.

Para su conversión no basta, por tanto, el saber referido a la producción del campo y la ciudad; tal saber no comprende la totalidad del mundo. Éste exige reconocer que la acción del trabajador ha de abarcar la totalidad de relaciones entre sectores, clases, derechos, estructuras, funciones, y también su evolución. Incluidos en la nueva política, concebida como acción nacional sostenida por las tres líneas de la soberanía hoy enunciadas.

Por tal razón, la soberanía social no centra la acción en tener poder, sino en la política constitutiva, y en su capacidad de crear situaciones y fundar nuevos modos de vida.

Se manifiesta así que no basta destilar la ansiedad de transformar la sociedad o el mundo, que la autotransformación del hombre ha de correr paralela a dichos cambios. De otro modo, la condición social puede cambiar, pero el hombre envilecido por la opresión, al apropiarse de la dirección, someterá a sus congéneres en nombre de la liberación. O sea, el presidencialismo, el caudillismo, el liderismo, el protagonismo, no son la salida de la liberación. El hecho de que un dirigente tenga una ideología o intención no garantiza que el rumbo social general siga su camino. Por esto, siempre preocupa la muerte del dirigente de una dictadura, pues no garantiza la estabilidad. La restauración del capitalismo en la Unión Soviética después de 70 años (¡!) es prueba evidente de esto.

Autogestión y validez. Ahora bien, si una nación pretende ocupar un lugar necesario en la evolución de la humanidad, debe probar su validez asumiendo los fines emergidos de la soberanía social. El nazismo y el socialismo de control se sostuvieron por la técnica de dominio y adquirieron ese fundamento. Si México busca pervivir en el devenir futuro de la historia requiere hacer efectivo dicho principio de validez.

Esto enseña que no basta promover la autogestión social, mucho menos reducida al esquema productivista, como en Yugoeslavia. Igual lo ha hecho parcialmente el capitalismo con la llamada “democracia industrial”, con la participación en la producción, la repartición de utilidades o los comités mixtos empresa-sindicato. Allí, la autogestión se subordina a la administración social, convierte a los humanos en cosas, y niega así su capacidad de ejercer la soberanía como miembros de la sociedad.

La autogestión basada en la soberanía social, por tanto, significa también restaurar la política y liberarse del control social productivista.

Soberanía y conciencia social

Finalmente, siendo la conciencia una formación del hombre en sociedad, todas sus formas, incluida la religión, la mentalidad común y la ciencia, deben desmitificarse por el pensar universal de la totalidad y de cada uno de los seres humanos. Despejar los velos que ocultan la verdadera realidad, superar la conciencia invertida y conocer las causas que propician tales formaciones, son sus tareas.

Particularmente, la ciencia positiva, encargada de cosas y su reproducción controlada por la vía experimental, ha de ser comprendida a la luz de la aptitud del pensamiento creador y del principio de validez; la ciencia social ha de elevar sus conceptos al plano de la autoconciencia social para dejar de ser un privilegio de profesionales e investigadores y hacerse conciencia efectiva; la filosofía y la ciencia formal, sin su exclusivismo y su encierro, han de volverse, como el habla, la lectura y la escritura, reflexión común de principios y bases de la vida común.

Todo saber convertido en dogma ha de perder su rigidez con el pensamiento crítico, capaz de penetrar en las condiciones que lo fundan, de confrontarse con el mundo que expresa, y de activar las fuerzas interiores del hombre.

Por supuesto, la vida estética y artística, desde la humanización de nuestros sentidos a la humanización de nuestro medio cotidiano y la erección de obras sublimes, ha de volverse una base general de la existencia.

Líneas de la soberanía social

Para hacer efectiva la soberanía social el pueblo mexicano requiere:

§ Fundar la nueva condición general de la vida humana, lo que implica generar una sociedad que no dependa del poder del capital, que no esté limitada a la producción de bienes materiales, y en donde puedan florecer nuevas necesidades intelectuales, morales, culturales, estéticas, artísticas, éticas y cívicas.

§ Instalar el Consejo Nacional de los Derechos Humanos, mismo que garantice y facilite los medios para ejercer los derechos humanos de pensamiento, expresión, opinión, asociación, manifestación, tránsito, información y comunicación libres, y el respeto a la dignidad personal ante el Estado y el derecho.

§ Hacer efectiva la dignidad personal contra la corrupción, el envilecimiento, el clientelismo y las prebendas.

§ Renovar la ideología y la acción del trabajo, orientándolo hacia los horizontes de la nación, la historia y la soberanía social de la humanidad.

§ Establecer la autogestión de la vida social, contra la sumisión, el control y el parasitismo.

§ Elevar la existencia con modos de convivencia consciente, racional y espiritual (con fines en sí mismas). Desarrollar, en todos los ámbitos, la autoconciencia sobre la existencia, atributos y perspectivas del ser humano. Impulsar la existencia, el pensar y la acción críticas y objetivas.

§ Humanizar la vida poniendo como destinatarios de la acción, además de los intereses del pueblo, los principios de la humanidad y la historia.

§ Desterrar la simulación servil y propiciar relaciones de respeto y cooperación.

§ Transformar de raíz la educación, sacándola de la escuela para llevarla a todas las instancias “no formales”, y desarrollar las formaciones interiores de las aptitudes, capacidades, facultades y habilidades universales. Promover la generación de saber, no sólo su difusión, y desarrollar la autogestión educativa.

§ Reconstituir la vida cotidiana, superando la cosificación, la rutina y el consumismo con modos de vida plenos de sentido y fines elevados.

§ Reorganizar la escuela superior para reconstituir las ciencias sociales, para superar su empirismo con los principios universales del mundo y la humanidad; para recuperar el pensar originario y superar el tecnicismo instrumental.

§ Fundar la ecología política, generando hábitos, costumbres y normas sociales de respeto a la naturaleza. También, la acción política, que prohíba los productos tóxicos y contaminantes. Construir, asimismo, la nueva infraestructura energética para restablecer el equilibrio naturaleza/humanidad/mundo.

§ Romper el velo anestesiante de la indiferencia y la rabia egoísta e impulsar la vida comprometida con los valores y la razón, sin policías de conciencia y con principios.

¿Podrá estar México a la altura de su oportunidad en la crisis histórica de hoy? Es la pregunta a la que debe responder nuestra responsabilidad política.

El pesimismo, con el que incluso muchos actores académicos pueden ver esta propuesta, obliga a aclarar que, igual que las naciones “desarrolladas” construyeron sus bases con los pocos medios que disponían, hoy se hace posible para nosotros por la experiencia acumulada de estos siglos.

Si una nación no puede por sí sola construir dicha base, bien pueden formarse empresas multinacionales de ciencia y tecnología que produzcan bienes tecnológicos para ponerlos al alcance de las naciones débiles en condiciones justas y ajenas al dominio y la dependencia.

La soberanía educativa y cultural tiene un gran potencial de impacto sobre el pensamiento nacional, libre y contra la dependencia, uno que impulse a México hacia un futuro nuevo y contribuya a hacerlo figurar con dignidad en el concierto de las naciones. Y para ello no valen excusas, como la de la falta de recursos; basta reorientar nuestra acción e impulsar el pensamiento creativo.

El único camino que México puede seguir para cambiar el rumbo de su marcha histórica y garantizar la justicia y el bienestar para los mexicanos, es emprender la organización de un movimiento por una nación nueva.

Se sustenta en un principio: si la producción, la vida, el derecho, dependen de las condiciones generales de la nación y la sociedad, sólo transformando dichas condiciones y poniendo la producción, la riqueza y el poder al servicio de los trabajadores, puede cambiar la vida del país. Por tanto, los principios que orientan la constitución del México nuevo son:

Obrerista. Que no tendrá por centro y fuerza principal a la burocracia sindical, partidaria o estatal, sino al constructor del mundo: a todos los sectores de trabajadores de la industria, la agricultura, los servicios, los estudiantes y los jubilados que contribuyen a la obra social y que tendrán derecho a organizarse para liberar el trabajo y determinar su propio destino. Sin privilegio alguno, incluirá a los profesionales de la ciencia, la técnica, la educación, el arte y la cultura. ¡Contra la burocracia y la subordinación, capitalista o socialista, la soberanía y la autogestión social con normatividad pública!

Democrático. Que se regirá por la soberanía democrática de los Consejos Populares; por la democracia institucional con injerencia de los trabajadores normada jurídicamente; por la democracia económica con participación del trabajador en la organización y dirección de las unidades de producción; por la democracia política y el libre ejercicio ciudadano; y por la democracia como forma de vida y como representación social. ¡Contra el fascismo, contra la democracia atomizada de número y contra el socialismo de control, la soberanía popular!

Moderno. Que será ajeno al estatismo, al populismo, al clientelismo y al parasitismo social, con base tecnológica contemporánea y planta laboral tecnificada y profesionalizada, dotada de medios modernos para elevar la eficiencia y la productividad; que sea compatible con la justicia social para solventar las necesidades civiles, nacionales y públicas, así como generar la condición para el surgimiento de necesidades humanizadas. ¡Contra la ineficiencia económica y social, el trabajo de alta productividad para resolver de manera permanente, justa y general las necesidades nacionales, personales, civiles y ciudadanas!

Humanista. Porque tendrá por guía el cumplimiento de los altos fines de la especie humana: la dignidad, la justicia y la libertad, y no la posesión o el poder. No la libertad abstracta, sino la praxis constitutiva del mundo nuevo; no la igualdad formal sino la justicia colectiva, la dignidad de todos y de cada quien dando garantías a los derechos humanos; no la fraternidad natural sino las capacidades universales del género humano y la humanización del mundo.

Su orientación será tratar al mexicano como un fin con validez en sí mismo, para que impregne su vida con valores estéticos, morales, éticos, intelectuales y cívicos. ¡Contra el control y la ingeniería social y psicológica de los tecnócratas, los derechos del hombre, la justicia civil y la libertad política dotados de garantías y medios!

El estado del México nuevo

Por: Severo Iglesias

El estado del México Nuevo debe saldar dos deudas. La primera: acabar con la ilusión representativa, lo que significa abandonar el poder alienado, es decir, apropiado por otro sujeto social que no es el señalado por la ley, y cobrar nuevo contenido. No se trata de tomar un aparato hecho para unos fines y usarlo para otros distintos, sino de buscar un estado nuevo para un México Nuevo.

La segunda: acabar con la doble banda de la ideología y la acción. El Estado moderno comenzó con la doble banda liberal y concluye con la tecnocrática. El socialismo de control operó como la sociedad liberal: sobre el Estado decía una cosa y hacía otra. Transitó en el absurdo de buscar la desaparición de éste a través de la construcción de un Estado más fuerte que el capitalista. Ambigüedad imaginaria de una baraja científica cuyo anverso prometía el “reino de la libertad” y su reverso suplantaba la vida social por la técnica de control.

 ***

Resolver las ecuaciones de la doble banda enunciadas exige proteger de la simulación a las funciones estatales, impedir su uso para el control social y su manejo como un instrumento. Desechar la tesis de que el Estado es una máquina y, como en todo mecanismo, “su significado lo da el fin que se propone”.

Su nuevo contenido. Concertar los componentes de la vida nacional para fundar atribuciones, equilibrios, mediaciones y armonías y con ellas garantizar un nuevo modo de vida: libre, justo, democrático, culto, sabio, bello, autónomo, digno.

Sus características y funciones:

§ En lugar de ser un poder separado de la soberanía social, el órgano de represión de una clase o centro de violencia “legítima”, ha de ser el plexo organizado de las fuerzas que integran la nación en nuestros tiempos.

§ Su base general serán los Consejos Populares, núcleos organizados, base de la totalidad soberana popular.

§ La organización estatal obedecerá a la posición de las partes que componen la nación, el pueblo y la sociedad.

§ Su unidad se basará en la totalidad de principios de la Constitución con vigencia irrestricta. Además de los tres principios de la soberanía ya enunciados, los que figuran en el artículo 3º: la racionalidad, el humanismo, la ciencia, el laicismo, la cultura democrática y la democracia civil. A los que agregamos hoy los principios de validez, de autoconciencia, de praxis constitutiva y de vida estética.

§ Su fin será coadyuvar al devenir histórico, acomodando contenidos y fuerzas nacionales según las posibilidades de una época y con orientación al porvenir.

§ Los equilibrios estériles de poder buscados por el estado liberal dejan su lugar a la coordinación nacional que garantice la soberanía de México como totalidad.

§ La prevención liberal contra el uso arbitrario de la libertad por la fusión de poderes gira en redondo. Justifica la división de funciones amparada en esa misma libertad de poder. Olvida que la libertad, siendo un fundamento de la vida humana, para no ser arbitraria ha de trenzarse con la justicia social y la democracia del pueblo en el Estado, que debe ser su garante.

Su fórmula: la libertad sin el orden de la ley anula la eficacia de la acción, la justicia sin la libertad se vuelve dictadura, la democracia sin organización es ficción. Sólo su triple mediación las hace efectivas.

***

Hoy es indiscutible: el Estado no puede desaparecer. Dada la complejidad que ha cobrado la vida nacional y social, el alcance supranacional de muchas formas de producción y tecnología con sus efectos destructivos sobre el planeta, el crecimiento de la población y las mismas aglomeraciones urbanas fuera de toda proporción, la marcha del mundo exige imperiosamente su conducción autoconsciente.

El problema, en todo caso, radica en establecer un Estado que no suplante a la sociedad, y contribuya a erigir y conducir un nuevo mundo.

Propuesta. Para salir de la triste historia, el Estado del México Nuevo ha de ser el plexo institucional donde se median y trenzan, en armonía y equilibrio, las líneas que surgen de la vida y la praxis de los mexicanos.

Es el núcleo político complejo donde concurren: 1) la expresión de la triple composición del contenido y el devenir histórico; 2) la responsabilidad nacional ante la conservación, protección y engrandecimiento de la vida natural; 3) el modo de organización de las fuerzas que integran la nación, sustentado en la totalidad de principios de su Constitución; 4) la coordinación nacional, que media la libertad, la justicia y la democracia; 5) la capacidad para comprender la complejidad problemática del mundo y decidir conforme a los principios depositados en las tres soberanías: nacional, popular y social; 6) la lealtad a México como parte del mundo con gravedad propia en sí, por sí y para sí; 7) la autoconciencia de su responsabilidad con el futuro histórico y la humanidad universal; 8) el respeto irrestricto a México y a los mexicanos, no como instrumentos sino como fines con validez en sí mismos; 9) la garantía de libertad de acción política, sin subordinación a partido alguno o al monopolio estatal, y el impulso a su ejercicio por todos los ciudadanos; 10) el rechazo expreso a los principios de apropiación y disposición burocrática o tecnocrática, haciendo norma permanente la responsabilidad y la dignidad al servicio de México.

Con tales características como contenido esencial, dicho Estado estará integrado por tres asambleas: la Asamblea Nacional, la Asamblea del Pueblo y la Asamblea de la Soberanía Social.

a. La Asamblea Nacional.

Observación. No hay ocasión para malos entendidos: el Estado-nación dejará su lugar a la sociedad-nación. La jurisdicción soberana nacional se ejercerá con autonomía mexicana, junto con la popular y la social, con los órganos que México establezca para ello. No habrá suplantación de la nación por el Estado.

Deslindadas las características de la nación, sin la fantasía de la integración mundial y la autosuficiencia, las relaciones basadas en el respeto y la autonomía nacionales abren una nueva opción factible con la fundación de unidades multinacionales latinoamericanas. Con participación de capital, personal y organización, para producir medios, equipos, materiales y recursos humanos que impulsen el desarrollo soberano de nuestras naciones.

Los productos de dichas empresas podrán ser adquiridos por las naciones participantes, al costo y sin la superplusvalía apropiada por las corporaciones imperiales. La ciencia de la administración, de la producción y el comercio mundiales hace esto posible, sin las reticencias y temores que los proyectos de unidad regional han suscitado en nuestra historia.

Sobre esta base, la soberanía de México podrá contar con un mercado interior productivo, un esquema de distribución de la riqueza que tome en cuenta las necesidades de los mexicanos, la ecología política y la vida nacional, una base cultural nacional, una nueva infraestructura energética, un nuevo y autónomo campo agrario, un nuevo valor económico, condiciones de vida elevadas, flujos de riqueza y del mercado exterior regulados.

***

La institución estatal que coordine los asuntos de interés nacional será la Asamblea Nacional. Integrada por delegados de los sectores agrario, industrial y de servicios, electos por vía universal, directa y secreta. Obedecerá al principio general de la soberanía nacional.

Sus atribuciones serán: velar por la autonomía, el desarrollo y el respeto a los fines mexicanos, populares y humanos del interés nacional, normando, organizando y dirigiendo con eficiencia la infraestructura (energética, hidrológica, de comunicaciones y transportes terrestres, navales y aéreos), el territorio y los recursos naturales, el comercio y el intercambio con el exterior, la base científico-tecnológica, cultural, agraria y la distribución de la riqueza.

Sus órganos serán el Consejo Nacional de Energía, el Consejo de Ciencia y Tecnología, el Consejo de Economía y el Consejo Nacional Agrario. Serán constituidos en consulta de la Asamblea Nacional con la Asambleas del Pueblo y de la Soberanía Social. Su composición interna, su dirección y funciones generales serán reglamentadas tomando como base los principios de la triple soberanía y del nuevo estado.

b. La Asamblea del Pueblo.

Observación. La soberanía popular se sustenta en:

§ El pueblo, base de la soberanía popular, conjunto organizado que aglutina a los sectores de trabajadores.

El concepto “fuerza de trabajo”, usado para uniformar en abstracto a la clase obrera, deja hoy su lugar al trabajo instruido, en activo y pensionado, determinado y concertado de actividades distintas: por sectores (industrial, agrario y servicios, con sus divisiones por rama), por estudios y profesiones (en funciones civiles, productivas, administrativas, científicas, culturales y humanistas), por planos horizontales operativos y técnicos (supervisión, mantenimiento, control, gestión, dirección, administración y planeación).

Actualmente, la descomposición del mercado de trabajo, manifiesta en el desempleo ilustrado, el trabajo informal y de sobrevivencia, se acompaña de la “transferencia” entre profesiones, hecha posible por el impacto de las nuevas tecnologías y procedimientos en el ejercicio del trabajo.

En todo caso, el trabajo conceptual, teórico y culto se perfila en el futuro. La unidad artificial dará paso a la unidad basada en el respeto a las formas de trabajo y la vida concreta de los trabajadores. Incluidos los oficios, la actividad inventiva, teórica, experimental y artística.

La soberanía popular, por tanto, no será un concepto vacío ni la población indiferenciada, sino la integración colectiva de los grupos de trabajo, con principios, derechos y formas institucionales definidos.

§ La propia organización de la soberanía basada en principios constitucionales y normada jurídicamente.

§ La totalidad del ciudadano, a cuya concepción como unidad política se agrega la posición social, rescatándolo de la abstracción atomista electoral. Su igualdad política universal se fusionará con su concreción particular proveniente de su posición en el trabajo.

§ La democracia de los trabajadores que abarca: 1) la participación ciudadana de opinión y acción en todos los asuntos e instancias nacionales, y la gestión conjunta en los asuntos públicos, interviniendo en la toma de decisiones y la dirección de las unidades productivas y civiles; 2) la democracia para generar modos de vida basados en la humanización de las necesidades y la convivencia; y 3) la democracia en la representación del trabajo.

§ El principio de coordinación, basado en los compromisos y la responsabilidad de las fuerzas sociales sustentadas en la soberanía y ajenas a todo autoritarismo.

§ La elevación de la política a la acción de principios orientada a afirmar, reformar o transformar la organización y los fines de la sociedad. La libertad política, rescatada del Estado, el partido y los grupos de presión, dará fin al autoritarismo, el burocratismo y la manipulación.

§ Una nueva época política de México apoyada en los principios de su democracia estará basada en: 1) la democratización del ejercicio de la soberanía popular; 2) la garantía de los derechos humanos, que también son base de la acción política liberada de cualquier control; 3) la libre representación política y un modo de vida basado en la solución de las necesidades económicas, civiles y culturales de los mexicanos; 4) la vigencia del principio de la no reelección en todas las instancias de la vida colectiva; y 5) la promoción de la educación, la participación y la intervención política de todos los mexicanos en la vida nacional, pública y civil.

***

La institución estatal que coordine estos asuntos será la Asamblea del Pueblo. Estará integrada por delegados electos por los Consejos Populares de todo el país, compuestos por los ciudadanos-trabajadores. Su principio fundamental será la soberanía del pueblo.

La autonomía de organización, la intervención universal de los ciudadanos en los asuntos políticos y la supervisión democrática, normadas públicamente, serán sus formas de acción.

Sus atribuciones serán determinar la normatividad, la organización y dirección para conservar y engrandecer la vida personal, civil y política del pueblo mexicano.

Sus órganos básicos serán los Consejos Populares, integrados por población y territorio, con pluralidad de formas de trabajo que enriquezcan su pensamiento y sus decisiones.

La sociedad conservará su derecho a formar organismos civiles, asociaciones personales y corrientes políticas.

Plataforma del México Nuevo

Severo Iglesias

La nueva organización social

Observación: el industrialismo capitalista relegó la vida natural y política para privilegiar la civilización y la riqueza con la fachada del individualismo. Por su parte, el productivismo socialista supuso que, al expropiar los medios de producción privados, la sociedad tomaría mecánicamente una forma nueva.

La organización y los fines expresados en los hábitos, las costumbres, el derecho, las aptitudes, las libertades y los modos de vida humanos, en sus variadas dimensiones y planos, tuvieron poca atención. Por lo pronto, sin dar marcha atrás enla conquista de la libertad contenida en los derechoshumanos y del trabajo, y sin pretender hacer profecías ni elaborar un modelo, el México nuevo no puede omitir este asunto. Su base es el avance histórico de México. Exigencias sociales, humanas y de conveniencia económica ya no admiten el comunitarismo arcaico, el individualismo puro, ni el organicismo fascista.

El primero es un nexo natural, no voluntario, adaptable a medios culturales y de civilización de bajo desarrollo. El segundo justifica el sacrificio de la comunidad al egoísmo. El tercero asigna funciones fijas y especiales a los grupos sociales para conservar el cuerpo social sin cambiarlo.

En particular, los resultados de la asociación simple son la ayuda mutua, la cooperación y la colaboración recíproca, que conservan la escisión entre sus componentes. En ella el intercambio no funda conexiones universales que propulsen la vida general, ni tampoco excluye la competición entre sus miembros; su unidad tiende a lograrse por pacto rescindible o el mando del protagonista, el tirano o el caudillo. Y debe aclararse: la escisión entre la dirección y la base no desaparece en la asociación, aunque ésta sea el cerebro colectivo propuesto por el espartaquismo mexicano.

Recuérdese que en la concepción liberal lo común es lo particular multiplicado, y que, en contraposición, en la sociedad civil de Rousseau es asociación de individuos que deben renunciar a su interés particular para subordinarse a la voluntad común. Sólo si en cada ser humano germinan las formaciones internas para generar saber y ejercer la praxis (no para recibirlo y usarla). Lo común deja de pertenecer a una minoría o ser un medio de poder.

Deslindar lo común y lo constitutivo-colectivo como base impulsora de la vida personal, individual y grupal, es el primer paso.

La formación común

Lo común exhibe los siguientes contenidos:

§ Como formación humana tiene por sí características generales propias, que son portadas también por cada miembro de la sociedad.

§ Se deposita en: (a) el tejido social gestado por la interconexión universal de acciones, opiniones y comportamientos, base para desarrollar la vida social extrauterina, de donde nace, además, un sistema de obligaciones y derechos comunes y válidos para todos que condiciona los contratos o acuerdos privados entre individuos; (b) La convención o acción conjunta que conduce a un mismo fin y constituye una totalidad colectiva donde hacen su vida los individuos (el plano de la nación, el pueblo, la clase), y que llena los “vacíos” sociales entre las personas, similar al valor económico que resana los intersticios del intercambio general; y (c) lacondición pública o interés inenajenableque, por sí, hace posible a toda persona adquirir sin exclusión los medios suficientes para vivir; sin los cuales, aislada, no podría hacer su existencia autónoma.

La formación común tiene dos condiciones:

§ Una: la totalidad de bases de existencia que son atributos de la humanidad y de cada ser humano: el bagaje natural de instintos, inclinaciones y reacciones; los fundamentos de la vida erigida por la especie (la libertad, la racionalidad y los valores); las formaciones internas de la humanidad (las aptitudes para existir, actuar y pensar; las facultades para entender, captar el mundo con la experiencia y la voluntad para actuar con propósitos propios; las capacidades generales de pensar y de actuar, tales como reflexionar, abstraer, ordenar, planear; y las habilidades del trabajo manual, intelectual y artístico).

§ Dos: los avances y ventajas de la sociedad moderna:lo común no es producto estandarizado, es plexo social diferenciado que no puede subsistir separado de las formaciones ideológicas, políticas, jurídicas, culturales, productivas, tecnológicas, educativas, jurídicas y militares. En dicho centro se funda la agrupación.

En conclusión, desde esta óptica, la clásica oposición liberal entre las personas y la sociedad queda atrás. Lo común es atributo humano afianzado en la correspondencia de las formaciones nacionales con las sociales; en la totalidad histórica de fuerzas y formaciones de un país; en la totalidad de principios constitucionales; y en la totalidad pública, que desprende fuerzas para enriquecer la vida humana, nacional y social. No es un resultado de la fuerza estatal.

La formación constitutivo-colectiva

Superados el comunitarismo, el asociacionismo y el organicismo, la sociedad puede adoptar la formación constitutivo-colectiva. Tal formación porta las conexiones sociales siguientes:

§ La de interés común. La conexión del interés común es la del pueblo: totalidad social que agrupa a quienes tienen un modo de vida, costumbres, intereses, lenguaje, cultura y conciencia que unen y a la vez propician diferencias.

§ La institucional funcional. Integrada con las instituciones y sus funciones con las que la sociedad se conserva y reproduce: producción, mercado, consumo, educación, salud, seguridad, etc. La estructura funcional se compone de obras y acciones permanentes normadas jurídicamente, con interés y servicio público y con personal capacitado. Su fin es responder a las necesidades generales con eficiencia elevada.

§ Laformación colectiva. Reúne en conexión de unidad y contraposición a los conjuntos sociales particulares trenzados por sus principios constitutivos y por su actuación en torno a un fin unitario. Su forma inmediata son los sectores industrial, agrario, comercial, de ciencia, tecnología y cultura, con sus funciones sociales. No se contrapone a las demás conexiones, las condiciona y les asigna objetivamente su lugar en la constelación de actividades. Aun la individual-social es compatible con ella. En esta conexión, los miembros de los conjuntos colectivos, aun separadamente, uno a uno, pueden portar a las fuerzas comunes y su vida no es segmentada como en la conexión orgánica. Es diferenciada, es decir, que su unidad no surge en la sumatoria de átomos ni en la imposición totalitaria, sino que radica en las fuerzas distintas depositadas en ellos. Sin la tentación totalitaria, la formación colectiva puede coexistir conla asociativa. Expresada esta última en la ley, su sentido propio es la vida compartida, en la que cada individuo es parte, “participa” en algo, no es la totalidad y requiere a lo común.

El carácter colectivo tampoco se contrapone al personal. La dignidad, o sea, el resguardo de validez propio de cada quien, se hace patente en cada existencia. La incorporación a la vida común, por tanto, no ha de ser adaptación forzada, cooperación eventual o competición agresiva, sino integración racional. Por eso, disfrazar la competencia de “emulación” es remozar la vida burguesa, cuyas formaciones humanas comunes, nacionales e históricas yacen en la enajenación. Se olvida que con la formación colectiva la vida de cada ser humano ya no se mide comparada con su doble exterior, sino por el ejercicio de su existencia y la constitución de su propio destino.

§La formaciónconstitutivatiene carácter político-histórico. Concierta las fuerzas del pueblo, la nación o la clase; sobre su base, como agrupación de hombres libres, se levanta la praxis de una revolución que establece los principios de una nación. En este caso, la agrupación no es simplemente social”; también expresa las fuerzas y las tendencias históricas que objetivamente abren el porvenir e irradian nuevos rumbos, fines y modos de actuar. Si adopta la dirección central profesional y la disciplina mecánica, el saber referente al devenir histórico es sustituido por la doctrina, la ciencia o el programa. Entonces no hay garantía de que la agrupación obre de acuerdo con las fuerzas sociales originarias. Acaba por imponerse.

En síntesis: al liberar del control a la totalidad, la sociedad aflora su soberanía des-cubriendo sus fundamentos y su praxis. Sustentada en las formaciones humanas, históricas y nacionales, la sociedad puede constituir el modo colectivo con los modos de conexión del interés común, el institucional funcional y el asociativo.

El estado del México nuevo

Por:  Severo Iglesias

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El estado del México Nuevo debe saldar dos deudas. La primera: acabar con la ilusión representativa, lo que significa abandonar el poder alienado, es decir, apropiado por otro sujeto social que no es el señalado por la ley, y cobrar nuevo contenido. No se trata de tomar un aparato hecho para unos fines y usarlo para otros distintos, sino de buscar un estado nuevo para un México Nuevo.

La segunda: acabar con la doble banda de la ideología y la acción. El Estado moderno comenzó con la doble banda liberal y concluye con la tecnocrática. El socialismo de control operó como la sociedad liberal: sobre el Estado decía una cosa y hacía otra. Transitó en el absurdo de buscar la desaparición de éste a través de la construcción de un Estado más fuerte que el capitalista. Ambigüedad imaginaria de una baraja científica cuyo anverso prometía el “reino de la libertad” y su reverso suplantaba la vida social por la técnica de control.

Resolver las ecuaciones de la doble banda enunciadas exige proteger de la simulación a las funciones estatales, impedir su uso para el control social y su manejo como un instrumento. Desechar la tesis de que el Estado es una máquina y, como en todo mecanismo, “su significado lo da el fin que se propone”.

Su nuevo contenido. Concertar los componentes de la vida nacional para fundar atribuciones, equilibrios, mediaciones y armonías y con ellas garantizar un nuevo modo de vida: libre, justo, democrático, culto, sabio, bello, autónomo, digno.

Sus características y funciones:

§ En lugar de ser un poder separado de la soberanía social, el órgano de represión de una clase o centro de violencia “legítima”, ha de ser el plexo organizado de las fuerzas que integran la nación en nuestros tiempos.

§ Su base general serán los Consejos Populares, núcleos organizados, base de la totalidad soberana popular.

§ La organización estatal obedecerá a la posición de las partes que componen la nación, el pueblo y la sociedad.

§ Su unidad se basará en la totalidad de principios de la Constitución con vigencia irrestricta. Además de los tres principios de la soberanía ya enunciados, los que figuran en el artículo 3º: la racionalidad, el humanismo, la ciencia, el laicismo, la cultura democrática y la democracia civil. A los que agregamos hoy los principios de validez, de autoconciencia, de praxis constitutiva y de vida estética.

§ Su fin será coadyuvar al devenir histórico, acomodando contenidos y fuerzas nacionales según las posibilidades de una época y con orientación al porvenir.

§ Los equilibrios estériles de poder buscados por el estado liberal dejan su lugar a la coordinación nacional que garantice la soberanía de México como totalidad.

§ La prevención liberal contra el uso arbitrario de la libertad por la fusión de poderes gira en redondo. Justifica la división de funciones amparada en esa misma libertad de poder. Olvida que la libertad, siendo un fundamento de la vida humana, para no ser arbitraria ha de trenzarse con la justicia social y la democracia del pueblo en el Estado, que debe ser su garante.

Su fórmula: la libertad sin el orden de la ley anula la eficacia de la acción, la justicia sin la libertad se vuelve dictadura, la democracia sin organización es ficción. Sólo su triple mediación las hace efectivas.

Hoy es indiscutible: el Estado no puede desaparecer. Dada la complejidad que ha cobrado la vida nacional y social, el alcance supranacional de muchas formas de producción y tecnología con sus efectos destructivos sobre el planeta, el crecimiento de la población y las mismas aglomeraciones urbanas fuera de toda proporción, la marcha del mundo exige imperiosamente su conducción autoconsciente.

El problema, en todo caso, radica en establecer un Estado que no suplante a la sociedad, y contribuya a erigir y conducir un nuevo mundo.

Propuesta. Para salir de la triste historia, el Estado del México Nuevo ha de ser el plexo institucional donde se median y trenzan, en armonía y equilibrio, las líneas que surgen de la vida y la praxis de los mexicanos.

Es el núcleo político complejo donde concurren: 1) la expresión de la triple composición del contenido y el devenir histórico; 2) la responsabilidad nacional ante la conservación, protección y engrandecimiento de la vida natural; 3) el modo de organización de las fuerzas que integran la nación, sustentado en la totalidad de principios de su Constitución; 4) la coordinación nacional, que media la libertad, la justicia y la democracia; 5) la capacidad para comprender la complejidad problemática del mundo y decidir conforme a los principios depositados en las tres soberanías: nacional, popular y social; 6) la lealtad a México como parte del mundo con gravedad propia en sí, por sí y para sí; 7) la autoconciencia de su responsabilidad con el futuro histórico y la humanidad universal; 8) el respeto irrestricto a México y a los mexicanos, no como instrumentos sino como fines con validez en sí mismos; 9) la garantía de libertad de acción política, sin subordinación a partido alguno o al monopolio estatal, y el impulso a su ejercicio por todos los ciudadanos; 10) el rechazo expreso a los principios de apropiación y disposición burocrática o tecnocrática, haciendo norma permanente la responsabilidad y la dignidad al servicio de México.

Con tales características como contenido esencial, dicho Estado estará integrado por tres asambleas: la Asamblea Nacional, la Asamblea del Pueblo y la Asamblea de la Soberanía Social.

a. La Asamblea Nacional.

Observación. No hay ocasión para malos entendidos: el Estado-nación dejará su lugar a la sociedad-nación. La jurisdicción soberana nacional se ejercerá con autonomía mexicana, junto con la popular y la social, con los órganos que México establezca para ello. No habrá suplantación de la nación por el Estado.

Deslindadas las características de la nación, sin la fantasía de la integración mundial y la autosuficiencia, las relaciones basadas en el respeto y la autonomía nacionales abren una nueva opción factible con la fundación de unidades multinacionales latinoamericanas. Con participación de capital, personal y organización, para producir medios, equipos, materiales y recursos humanos que impulsen el desarrollo soberano de nuestras naciones.

Los productos de dichas empresas podrán ser adquiridos por las naciones participantes, al costo y sin la superplusvalía apropiada por las corporaciones imperiales. La ciencia de la administración, de la producción y el comercio mundiales hace esto posible, sin las reticencias y temores que los proyectos de unidad regional han suscitado en nuestra historia.

Sobre esta base, la soberanía de México podrá contar con un mercado interior productivo, un esquema de distribución de la riqueza que tome en cuenta las necesidades de los mexicanos, la ecología política y la vida nacional, una base cultural nacional, una nueva infraestructura energética, un nuevo y autónomo campo agrario, un nuevo valor económico, condiciones de vida elevadas, flujos de riqueza y del mercado exterior regulados.

La institución estatal que coordine los asuntos de interés nacional será la Asamblea Nacional. Integrada por delegados de los sectores agrario, industrial y de servicios, electos por vía universal, directa y secreta. Obedecerá al principio general de la soberanía nacional.

Sus atribuciones serán: velar por la autonomía, el desarrollo y el respeto a los fines mexicanos, populares y humanos del interés nacional, normando, organizando y dirigiendo con eficiencia la infraestructura (energética, hidrológica, de comunicaciones y transportes terrestres, navales y aéreos), el territorio y los recursos naturales, el comercio y el intercambio con el exterior, la base científico-tecnológica, cultural, agraria y la distribución de la riqueza.

Sus órganos serán el Consejo Nacional de Energía, el Consejo de Ciencia y Tecnología, el Consejo de Economía y el Consejo Nacional Agrario. Serán constituidos en consulta de la Asamblea Nacional con la Asambleas del Pueblo y de la Soberanía Social. Su composición interna, su dirección y funciones generales serán reglamentadas tomando como base los principios de la triple soberanía y del nuevo estado.

b. La Asamblea del Pueblo.

Observación. La soberanía popular se sustenta en:

§ El pueblo, base de la soberanía popular, conjunto organizado que aglutina a los sectores de trabajadores.

El concepto “fuerza de trabajo”, usado para uniformar en abstracto a la clase obrera, deja hoy su lugar al trabajo instruido, en activo y pensionado, determinado y concertado de actividades distintas: por sectores (industrial, agrario y servicios, con sus divisiones por rama), por estudios y profesiones (en funciones civiles, productivas, administrativas, científicas, culturales y humanistas), por planos horizontales operativos y técnicos (supervisión, mantenimiento, control, gestión, dirección, administración y planeación).

Actualmente, la descomposición del mercado de trabajo, manifiesta en el desempleo ilustrado, el trabajo informal y de sobrevivencia, se acompaña de la “transferencia” entre profesiones, hecha posible por el impacto de las nuevas tecnologías y procedimientos en el ejercicio del trabajo.

En todo caso, el trabajo conceptual, teórico y culto se perfila en el futuro. La unidad artificial dará paso a la unidad basada en el respeto a las formas de trabajo y la vida concreta de los trabajadores. Incluidos los oficios, la actividad inventiva, teórica, experimental y artística.

La soberanía popular, por tanto, no será un concepto vacío ni la población indiferenciada, sino la integración colectiva de los grupos de trabajo, con principios, derechos y formas institucionales definidos.

§ La propia organización de la soberanía basada en principios constitucionales y normada jurídicamente.

§ La totalidad del ciudadano, a cuya concepción como unidad política se agrega la posición social, rescatándolo de la abstracción atomista electoral. Su igualdad política universal se fusionará con su concreción particular proveniente de su posición en el trabajo.

§ La democracia de los trabajadores que abarca: 1) la participación ciudadana de opinión y acción en todos los asuntos e instancias nacionales, y la gestión conjunta en los asuntos públicos, interviniendo en la toma de decisiones y la dirección de las unidades productivas y civiles; 2) la democracia para generar modos de vida basados en la humanización de las necesidades y la convivencia; y 3) la democracia en la representación del trabajo.

§ El principio de coordinación, basado en los compromisos y la responsabilidad de las fuerzas sociales sustentadas en la soberanía y ajenas a todo autoritarismo.

§ La elevación de la política a la acción de principios orientada a afirmar, reformar o transformar la organización y los fines de la sociedad. La libertad política, rescatada del Estado, el partido y los grupos de presión, dará fin al autoritarismo, el burocratismo y la manipulación.

§ Una nueva época política de México apoyada en los principios de su democracia estará basada en: 1) la democratización del ejercicio de la soberanía popular; 2) la garantía de los derechos humanos, que también son base de la acción política liberada de cualquier control; 3) la libre representación política y un modo de vida basado en la solución de las necesidades económicas, civiles y culturales de los mexicanos; 4) la vigencia del principio de la no reelección en todas las instancias de la vida colectiva; y 5) la promoción de la educación, la participación y la intervención política de todos los mexicanos en la vida nacional, pública y civil.

La institución estatal que coordine estos asuntos será la Asamblea del Pueblo. Estará integrada por delegados electos por los Consejos Populares de todo el país, compuestos por los ciudadanos-trabajadores. Su principio fundamental será la soberanía del pueblo.

La autonomía de organización, la intervención universal de los ciudadanos en los asuntos políticos y la supervisión democrática, normadas públicamente, serán sus formas de acción.

Sus atribuciones serán determinar la normatividad, la organización y dirección para conservar y engrandecer la vida personal, civil y política del pueblo mexicano.

Sus órganos básicos serán los Consejos Populares, integrados por población y territorio, con pluralidad de formas de trabajo que enriquezcan su pensamiento y sus decisiones.

La sociedad conservará su derecho a formar organismos civiles, asociaciones personales y corrientes políticas.

Plataforma México Nuevo

Por: Severo Iglesias

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6. La Sociedad Civil

La sociedad civil también ha atravesado una tortuosa senda. En la Revolución Francesa, agrupaba a quienes se oponían al estado absolutista; era la avanzada de la clase burguesa. Tras su ascenso al poder dejó fuera a la clase obrera. Curiosamente fue adoptada entonces, con razones diversas, por corrientes opuestas. El interés civil fue sostenido por el liberalismo contra la intervención estatal; como “sociedad de productores”, la sociedad civil fue asumida por el positivista Saint-Simon contra la acción política (en México, con el lema “menos política y más administración” por la dictadura porfirista) y por el anarquismo, partidario del acuerdo espontáneo de las personas y su rechazo a la política.

El socialismo supuso que al anular el intercambio de mercancías liberaba a la sociedad. Además, creyó que la interconexión de bienes, trabajos y personas dominada por el capital sería suplida por la cooperación; o por los “ejércitos de trabajo” propuestos en la Revolución Rusa. En una banda, sostenía que el Estado ya no dominaría a las personas, que mutaría su carácter político en “administrador de las cosas” y de la producción. En la otra, se aferraría a la sociedad civil productivista. Todo a condición de sufrir una doble inversión: en lo político volverse aparato técnico-administrador, y en lo civil transmutar a las personas en recursos administrados. La sociedad civil y política adoptó la lógica del control.

Ahora el neoliberalismo usa a la sociedad civil de las “agrupaciones no gubernamentales” para debilitar el estado y el interés común. Las ONG’s velan por los derechos excluyentes (del sexo, ancianos, inválidos, niños, mujeres, indígenas, residencia, etc.) y buscan beneficios al margen de las relaciones del capital y el trabajo. Tales derechos corren paralelos al debilitamiento de los derechos comunes y colectivos obreros y agrarios.

Es ostensible: sin conexión con las fuerzas económicas ésa sociedad civil carece de autonomía posible. Es un conjunto segmentado penetrado por la privatización, las fuerzas corporativas y el personalismo ajenos al interés nacional, estatal y colectivo.

Adicionalmente, en un país atrasado que fue colonia, como México, la integración de la sociedad fue un problema complejo y requirió la intervención estatal. La sociedad civil liberal marchó guiada por su contrario, el Estado.

Pero en una economía con desarrollo, su tendencia es ingresar en un círculo deautorregulación: la oferta y la demanda de bienes de producción, de uso y consumo, promueve la inversión, ésta convoca el concurso del trabajo, que a su vez capta ingresos, solventa el consumo, impulsa la producción, etc. La economía, la política y la sociedad civil, pues, se traslapan, aunque ésta omita sus referentes en el discurso.

Bases de la nueva sociedad civil

Más allá de esos “modelos”, la real sociedad civil reside entre la triple interconexión de los vértices de la producción, el trabajoy las necesidades generales. La autoregulación de éstos es la fuente de su verdadera autonomía, base para regirse por autogestión. Ahora bien, la socialización de la sociedad significa la liberación del trabajo y la colectivización de los medios de producción principales. Incide entonces en el espacio civil y le da su contenido particular como sociedad civil socializada. De acuerdo con lo anterior, la sociedad civil del México nuevo se sustenta en las bases siguientes:

1. La liberación del trabajo y su conversión en base general de la vida social, que implica:

  • Cambiar el principio de distribución. El viejo adagio de “quien no trabaja no come”, tomado del socialismo gremial, es trocado por el principio de la distribución pública, nacional y social: una parte del producto para la sociedad civil, otra para la vida pública y nacional, y otra más para las nuevas necesidades de la humanidad.

  • Rescatar la producción de todo orden ajeno a sí misma, y erradicar la subordinación ideológica, política o personal que somete el empleo al control.

  • Las formas agrarias tradicionales, tales como la comunal, la ejidal, etc., podrán incorporarse a la sociedad civil del México nuevo basada en su triple contenido.

  • Es obvio: liberar el trabajo no es sinónimo de populismo ni empleo de posesión irrestricta, donde ingresar a un puesto es jubilarse de antemano. Para prevenir el parasitismoyla simulación laboral deberá extenderse la preparación técnica o profesional que eleve la eficiencia, la productividad y la generación de valor.

  • Aportar una cuota de trabajo a la actividad directamente productiva en la industria o la agricultura, deberá ser obligación de todo ciudadano, el que podrá dedicarse luego a la actividad que elija.

  • La preparación técnica y profesional, vuelta obligatoria para todo miembro de la sociedad civil, hará posible desarticular el orden vertical del trabajo, sus divisiones internas y tendencias a la desigualdad, para organizarlo en planos horizontales con responsabilidad coordinada.

2. La liberación nacional de la producción, que implica:

  • Rescatarla del lucro, el interés antinacional, el capital imperial y el manejo burocrático estatal. Sobre todo, darle carácter público y conducirla a la integración del mercado productivo nacional de medios deproducción, bienes intermedios, materias industriales, etc. Las tendencias a la equidad y la elevación del ingreso no deberán descuidar la generación diferencial de valor entre ramas y unidades para regir el intercambio entre éstas.

  • La integración del mercado civil de consumo, que incluye la interconexión entre el trabajo, las necesidades sociales y los medios de transformación.

3. La liberación de las necesidades civiles, que implica:

  • Adquirir los bienes de uso para solventar las necesidades personales y familiares a salvo de todo condicionamiento o control.

  • Usar dichos bienes para la vida personal, no para emplear trabajo ajeno. Descargar los ámbitos público y nacional de la tarea de regular las necesidades hace desaparecer un posible nexo de control hacia los trabajadores y se promueve la iniciativa personal.

  • Respetar de modo irrestricto la legalidad, proteger a las personas y sus bienes y garantizar los servicios de higiene, transporte, etc., a cargo de la institución civil local colectiva.

7. La coordinación colectiva

La planificación autoritaria

Basado en la denuncia de la “ciencia socialista” contra la anarquía de la producción capitalista y sus crisis periódicas, el socialismo de control instaló laplanificación estatal centralizada para impedir tales fenómenos y dar otro cauce a las cosas. Su remedio fue disponer sin condiciones de los materiales, las máquinas, la energía y el trabajo. Su efecto fue absorber y concentrar las fuerzas económicas, dislocando la interacción social general. Su instrumento fue el cálculo material de las necesidades y la conducción del plan por el aparato burocrático y partidario.

Tal cálculo —basado en bienes reales, denominado “natural”, y de apariencia “más humana” pues toma en cuenta los grupos sociales para distribuir los montos materiales de producción— corrió paralelo al control. Sus objetivos y líneas programáticas provenían de la visión de los burócratas, ajustada por la propaganda. Con el materialismo, la planificación estatal omitió definir las unidades formales de medida que facilitaran el cálculo funcional para programar sin sesgos, objetivamente, la elevación de la eficiencia. Sus resultados: la planeación autoritaria, sujeta a dogmas ideológicos y juegos de poder burocrático, mantuvo el desequilibrio entre la economía industrial y agrícola, y sustituyó las crisis por los cuellos de botella en la producción, por el desnivel de los recursos tecnológicos en las diferentes ramas, por la distorsión del consumo y el creciente mercado informal. Sobre todo, bloqueó las fuerzas económicas y sociales emergentes con la manipulación autoritaria del mercado y la censura a las nuevas propuestas.

Dicho orden totalitario fue justificado por la elevación de la productividad, pero ocultó su efecto más importante: a través de la planificación técnica de la producción, la circulación y el consumo, influyó en la vida social. La planeación del consumo traía consigo el control de las costumbres, las aspiraciones y otras fuerzas subjetivas. Con el orden económico se conducía y moldeaba también la mente y la conducta (sin mencionar el reclutamiento violento de trabajadores en algunos períodos de la URSS).

Entonces, la necesidad social fue confeccionada a la medida de la producción y la distribución; parecía que el valor de uso predominaba, se tenía horror al mercado y se esperaba la desaparición del dinero, privando a la economía de esta unidad elemental de medida.

La distribución y circulación desiguales del valor entre las ramas y sectores sociales probó que tal planificación discrecional no era un instrumento de justicia. Lo más interesante: la misma técnica de control socialista fue aplicada en su interior por los grandes trusts capitalistas, de manera tal que, como lo escribió Max Weber, “la vinculación deldestino material de la masa al funcionamiento correcto y continuo de las organizaciones capitalistas privadas, organizadas de una manera cada vez más burocrática, va siendo más fuerte”.

Pero con una eficacia mayor. La misma condición de la planificación central, la conversión de los factores en unidades estandarizadas sin cualidades propias, de los seres humanos en cosas con circulación uniforme y cuantificada, fue aprovechada por los monopolios para aplicar el cálculo formal. Cálculo que generó unidades de medida y facilitó la aplicación de técnicas matemáticas para la prospección y la regulación de la economía. Así se organizaron los mercados ampliados, basados en la previsión de la demanda y la producción, la contabilidad y el cálculo marginal de costos, la tasa de ganancia, la rentabilidad y la productividad tecnológicas, en el esquema de competición entre corporaciones.

El cálculo nacional del PIB y el ingreso, de la demanda agregada y la oferta, de las tasas de interés e inversión, del valor agregado, el precio monetario y los impuestos, facilitaron la extracción de indicadores que orientan el macro-funcionamiento de la economía capitalista desde inicios del S.XX.

Esta planificación empresarial es coordinada por los convenios tácitos de la “economía concentrada”, es decir, aquella donde cada rama de producción es controlada por cuatro o cinco grandes empresas, cuyos acuerdos regulan los precios, reparten los materiales y las franjas comerciales. Adquiere así un alcance nacional. Con este mecanismo, el capital manipula el consumo y la publicidad que estimula las motivaciones, los deseos, las sensaciones, los gustos, las modas, etc., y de esa manera dispone de la sociedad general.

Para mediados del siglo XX ésta era la forma de funcionamiento normal del capitalismo. Èste hizo suyo, con éxito, el remedio de los socialistas para las crisis. Ahora éstas tienen origen financiero y tal capital tiene campo supranacional, cuyo control no tiene instancia superior.

Ambos sistemas tenían lógica igual: el control. El capitalismo era políticamente administrado, el socialismo era técnicamente planificado. Hoy reina el pragmatismo.

La coordinación democrática

Ahora se cuenta con todos los elementos para que la dirección civil sea de coordinación. En toda economía y sociedad hay un componente de regulación a través del derecho y mediante procedimientos diversos. En algunas áreas hay intervención estatal directa.

La multiplicidad de formas de empresa, producción y mercado propuestas anteriormente para el México nuevo, ameritan la coordinación y la autonomía a la vez, apoyadas por unidades de medida en la autoregulación objetiva y por la autogestión en algunas. Así se pueden aprovechar las ventajas comparativas de la localización industrial y la diversidad de la producción agrícola, optimizar los costos de oportunidad, calcular la relación costo-beneficio, los índices de valor, adecuarlos a fines sociales y nacionales y a la responsabilidad nacional y social de cada unidad productiva. De tal manera, será posible conocer la marcha del equilibrio entre sectores, ramas, áreas y unidades de producción, medido y calculado científicamente y coordinado por los organismos nacionales. Así se podrán trazar las carreteras del mercado nuevo que favorecerán la elevación de la eficiencia del trabajo y los beneficios para los trabajadores y México.

Igual, la regulación del intercambio de valor entre el mercado interior y el exterior, más que basarse en tratos preferenciales entre países o relaciones “amistosas” que engañan a futuro, deberá dejar paso a las unidades de medición objetiva del valor y del intercambio monetario. La fusión del principio del valor económico con el de justicia y el desarrollo humano será la idea principal que guíe a tal coordinación; será democrática en tanto se base en los tres principios de la democracia (la soberana, la representativa y la civil), será justa en tanto garantice el interés del pueblo y la nación, y será humana en tanto abra paso a necesidades que no dependan de los bienes de uso y consumo.

La coordinación de la economía estará a cargo del Consejo Civil Nacional. Su organización, dirección y procedimientos serán normados por las Asambleas Nacional, del Pueblo y Social. Velará por el equilibrio entre el interés comunes de las unidades de producción con el trabajo, las necesidades sociales y personales, la tecnología y la inversión. Ante todo, deberá abandonar el autoritarismo centralista que, creyendo actuar con bienes y personas concretas, acaba actuando sobre abstracciones en el papel.

8. El fin supremo del México nuevo

Todo lo planteado hasta aquí exige que el México nuevo no sea regido por la plutocracia, el lucro, el control, la manipulación y el comportamiento forzado. Tampoco por el populismo, que busca apropiarse del producto, consumirlo, satisfacer urgencias y malgastar fuerzas productivas. Su fin supremo es liberar las fuerzas sociales, hacer de México una nación autónoma e impulsar la vida humanizada.

Es cierto: toda sociedad requiere un grado de regulación, en razón de que la vida humana, distinta de la animal, que tiene trazadas sus pautas de comportamiento por las reacciones naturales, debe poner sus propias normas de vida. Normas que tienen condición ineludible en la naturaleza y las bases objetivas del mundo histórico, que no pueden ser forzadas al arbitrio del “sujeto” social.

Al suponer que la vida es producción material y seres humanos abstractos, nacidos en las clases o en su desaparición ficticia, pasando por alto las dimensiones diversas de la vida social con fines y derechos propios, se cierran las puertas a las fuerzas constitutivas. Por eso, debe recalcarse que el verdadero fin del México nuevo no es el productivismo sino el impulso a las fuerzas societarias, para generar el plus que toda nación requiere para elevar la vida humana a planos dignos y restablecer el equilibrio con la vida natural. Fuerzas, además, que son fuente de vida nueva, y que incluyen al pensamiento, los principios de validez estética, moral, ética, cívica e intelectual, los fines, los ideales, la cultura, las aspiraciones de la nación mexicana y del ser humano, agregados todos a la riqueza económica, el trabajo y la tecnología.

 

Plataforma México Nuevo, la Asamblea de la soberanía social

Por: Severo Iglesias

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El ejercicio universal de la soberanía social tiene como principal finalidad impregnar de contenido humanista toda la vida de los mexicanos. Alcanzar dicha finalidad requiere:

§ La garantía, protección y educación para ejercer los derechos que impulsen la vida humana: la libertad de pensamiento, expresión, tránsito, manifestación, reunión, asociación, comunicación, información, integridad corporal y mental.

§ Las medidas para impulsar la autogestión personal, civil y política.

§ La promoción de necesidades y modos de vida culturales, morales, éticos, estéticos y espirituales o de validez.

§ Las garantías a la dignidad, la autoconciencia y la autodeterminación personal, previniendo contra el control, la manipulación y el servilismo conductual y mental.

§ El desarrollo de las aptitudes, facultades, capacidades y habilidades universales del género humano a través de la educación formal e informal.

§ La ecología política, normando y tomando decisiones para restablecer el equilibrio entre el mundo, la naturaleza y la humanidad, alineando los acuerdos técnicos a los cambios en la organización social, canalizando valor económico para realizar las obras correspondientes, y difundiendo la autoconciencia de nuestra existencia y su conexión con el cosmos.

Esto incluirá, en colaboración con la Asamblea Nacional, la instalación de una nueva estructura energética basada en fuentes electromagnéticas, atómicas, lumínicas, solares, térmicas, eólicas e hidrológicas, que sustituyan al carbón, los hidrocarburos y otras materias que tengan efectos nocivos sobre el planeta y la vida; así como regular los efectos de la producción y el uso de materiales sobre la vida humana, la corteza terrestre, las aguas marinas y la atmósfera.

Éstos asuntos serán coordinados por la Asamblea de la Soberanía Social, que estará integrada por representantes de los ciudadanos mexicanos, electos territorialmente, de manera directa, universal y secreta, y coordinará sus decisiones, normas y acciones con la Asamblea Nacional y la Asamblea del Pueblo. Sus órganos principales serán el Consejo de los Derechos Humanos, el Consejo de la Autogestión, el Consejo de la Cultura y las Necesidades y el Consejo de la Ecología Política.

Por acuerdo de las tres Asambleas, se constituirá el Consejo Nacional de Ministerios, encargado del cumplimiento ejecutivo de las funciones nacionales: defensa, economía, salud, educación, relaciones exteriores e interiores, etc. Los miembros del poder judicial serán designados por acuerdo de las tres Asambleas.

El Consejo Público Nacional. La nueva república

El siglo XX mostró que la intervención estatal se corrompió con el partidismo, el burocratismo y el tecnocratismo. La solución actual no es la vuelta al capitalismo de Estado, al Estado “de Bienestar” o al socialismo de control, sino el encuentro con la República basada en el carácter inenajenable de sus obras, sus servicios y su producción.

Para prevenir confusiones: lo público no es “cosa” de todos o suma de intereses privados y de sus vaivenes. Sin contraponerse a los particulares, sin ser suplantada por el gobierno o el Estado, que sólo son medios, la República es un fin en sí misma, encargada de las obras, las acciones y la conciencia liberadas de toda propiedad o posesión, con capacidad para proteger y propiciar la vida general.

La nueva República tendrá:

§ El plexo nacional que irradie los principios de las soberanías nacional, popular y social a la vida común de los mexicanos.

§ El interés mexicano que entrelace el interés nacional, el popular y el social. Con entidad propia irreductible, tal interés es garante del trabajo y la vida personal, ciudadana y civil.

§ El contenido colectivo depositado en toda acción, que es el punto de enlace de cada mexicano con la totalidad republicana. Tal contenido resulta de la responsabilidad colectiva que responde a la condición nacional, la cual hace posible la autonomía de los actos.

Y por eso la autogestión y el ejercicio libre del trabajo han de trenzarse con lo común para servir a México.

Propuesta. La nueva República de México deberá garantizar la producción colectiva de los medios de producción, equipos y materiales intermedios modernos; la protección colectiva a la población con la seguridad, la salud y la educación universal para impulsar el desarrollo humano, ciudadano y profesional; el impulso a la vida cultural, el arte y el humanismo; la innovación y generación de ciencia, cultura y tecnología y la conciencia nacional.

Caben también, en el ámbito local público, la organización y dirección de los servicios civiles de agua, combustible, drenaje, aseo, higiene ambiental, iluminación, etc.

Su órgano constitutivo será el Consejo Público Nacional, designado por las Asambleas Nacional, Popular y Social, pero con responsabilidad y supervisión abierta y directa ante la sociedad entera.

Su eficiencia, rentabilidad social y responsabilidad deberán asegurarse con la supervisión ciudadana. Así se protegerá del lastre privado, burocrático y tecnocrático.

5. La nueva economía

Principios de la economía en el México nuevo:

§ Contribuir a la soberanía nacional, popular y social, a liberar al ciudadano de ataduras laborales y consuntivas que impidan su libre participación política, a afianzar la vida civil con la solución de las necesidades colectivas, y a fomentar la autonomía de las personas para el pleno ejercicio de sus derechos, aptitudes y facultades.

§ Tendrá por centro un mercado social basado en el intercambio del valor real de los bienes, sin las fallas del llamado mercado “libre”, donde imperan el poder del monopolio, el acaparamiento, la codicia y el lucro. Dicho mercado será el barómetro de la eficiencia social y las posibilidades humanas que abre. Los principios generales de dicho mercado serán la autoregulación objetiva del valor, costos y precios de los factores; el intercambio basado en el valor no deprimido ni inflado de los bienes, para evitar las distorsiones del mercado informal; el estricto cumplimiento de las normas de calidad en todas las áreas para prevenir la competencia irregular basada en el precio, la información falsa, etc.

Su funcionamiento nacional será coordinado por las Cámaras de las ramas y sectores productivos. Sin la “mano visible o invisible” del lucro, que distorsiona la circulación del valor generado por el trabajo y los medios, el mercado será un plano económico-social con intercambio objetivo, a salvo de interferencias de intereses, subsidios y desviaciones antieconómicas.

El intercambio autónomo mexicano entre la industria de bienes productivos y la productora de bienes de consumo hará circular el valor productivamente, evitará la especulación parasitaria, impulsará la iniciativa, el empleo, las necesidades nacionales, públicas, civiles y personales.Con la iniciativa liberada, a su vez, se impulsarán todas las funciones económicas: la producción, la circulación, la distribución y el consumo, realizando el valor y generando mayores oportunidades.

§ El trabajo perderá su carácter de mercancía. Será la cuota de participación en la vida común. Se ejercerá libremente, sin cortapisa sindical o empresarial; su remuneración se regulará por las necesidades sociales y los fines nacionales, sociales y humanos. La pereza, el parasitismo y el servilismo desaparecerán de la costumbre social. El “ser humano productor” será el distintivo de honor común. El trabajador intervendrá en la dirección de la empresa. La difusión del saber empresarial y administrativo facilitará la autogestión responsable de los procesos.

§ El esquema de distribución de la riqueza cambiará el flujo del plusvalor: llevado hoy a la concentración privada se canalizará hacia la base nacional, colectiva y humana. Sin el reparto injusto y sin la ficticia igualdad formal, se guiará por la aportación particular de valor por los conjuntos de trabajadores y su distribución con cálculo nacional y colectivo. La riqueza no es, como cree el populismo, una “sopera” donde cada uno mete su cuchara empuñada por el hambre o la ambición. Es una doble relación: se cimenta en la productividad del trabajo y la base tecnológica nacional; y por eso sus destinatarios deben ser los factores que participan en su generación: el esfuerzo nacional, el interés público y los sectores sociales. El régimen miserable de racionamiento o las despensas de subsidio no puede ser base de distribución comunitaria, propicia la manipulación y es sólo acción de sobrevivencia.

§ La planeación conjugará factores económicos nacionales, humanos y sociales sin imposición. La coordinación nacional usará el cálculo y la racionalidad que toda función social requiere para incrementar los resultados. No se ignora que, en el mismo mercado “libre”, el volumen de la demanda se calcula para hacer negocio con las necesidades, gustos y aspiraciones de la población. La información estadística general es un buen instrumento para ello. Con la coordinación civil el consumidor se libera de la presión, de la escasez y el control. Los indicadores de productividad, rentabilidad y eficiencia social serán la brújula para regular la marcha de la economía en períodos prefijados. Estará guiada por la justicia, y no por la ficción de un bienestar sin soporte productivo o un productivismo sin bienestar social.

§ Un nuevo orden económico, con nuevas unidades económico-sociales de medida, de cálculo, de productividad y eficiencia, superiores a las del capitalismo, permite anticipar la marcha de las cosas con la brújula de las necesidades nacionales y las aspiraciones sociales, lo cual implica elaborar una ciencia económica con nuevos conceptos y técnicas que permitan el cálculo objetivo moderno, ajeno al manejo privado o “social” manipulatorio.

§ Respecto a la propiedad de los medios de producción. No se trata de repetir el experimento que creyó pasar a manos “del pueblo” la propiedad, volviéndola solamente una posesión del “socialismo de estado”. Cambiar el poder de apropiación por el de disposición no asegura que el plusvalor agregado por el trabajo y la tecnología sea distribuido justamente. La posesión estrangula la circulación, deforma la realización del valor y desvía su flujo. Aun cuando, con subsidios, quiera acabar la miseria vía precios deprimidos.

§ El principio de la subsistencia que rige al salario base en el capitalismo deberá superarse por el principio de existencia social y humana, como guía para obtener los medios de realización personal, familiar y profesional por todos. Una economía nueva será base para la emergencia de necesidades humanizadas que hagan posible a México ingresar en otro estadio de la evolución histórica.

Esquema de las nuevas unidades económicas. Con lo anterior, se propone una economía basada en la coordinación nacional de las siguientes unidades:

§ Las unidades económicas nacionales, encargadas de la explotación, la producción y la distribución de recursos naturales energéticos, minerales y forestales; la infraestructura energética, hidrológica, de comunicación y transporte; y la producción de medios para la defensa nacional. Como patrimonio nacional, bajo normatividad y supervisión de las Asambleas Nacional, del Pueblo y Social, serán coordinadas por la Cámara de la Economía Nacional.

§ Las unidades económicas públicas, encargadas de producir medios de producción, materiales intermedios, tecnología energética, promoción de arte y cultura, innovación científica y tecnológica. Con patrimonio público, bajo normatividad y bajo supervisión de las Asambleas Nacional, del Pueblo y Social, serán coordinadas por la Cámara de la Economía Pública.

§ Las unidades de producción civil autogestionaria, encargadas de la producción y comercio de las ramas de transformación (construcción habitacional, bienes de uso semiduradero, vestido, mobiliario, etc.), agricultura y ganadería, transporte y servicios diversos. Con patrimonio colectivo y dirección autogestionaria civil, bajo normatividad y supervisión de las Asambleas Nacional, del Pueblo y Social, serán coordinadas por la Cámara de la Economía Civil. Sus objetivos serán generar valor óptimo, cumplir su responsabilidad nacional y social, garantizar la calidad, impulsar nuevos proyectos y desarrollar las facultades, capacidades y habilidades de los trabajadores.

§ Las unidades de producción asociada. Hoy queda claro que la propiedad privada sobre los medios de producción, que contrata trabajo y extrae plusvalía, es distinta a la propiedad personal que no usa el trabajo ajeno y obtiene un beneficio de fuente individual o familiar. El México nuevo, a salvo de la burocratización y el control, no usará la propiedad para manipular la sociedad; velará, por el contrario, por el libre ejercicio de las propensiones y aptitudes de cada quien con el apoyo de la propiedad personal de la habitación, el equipo doméstico y los bienes de consumo que faciliten la dignidad personal. El género humano porta una pluralidad de tales propensiones. Por tal razón, se podrán integrar las unidades de producción asociada, encargadas de la pequeña producción de bienes y servicios de una cadena económica. Conservando la propiedad y las propensiones personales, aprovechando el trabajo familiar sin contratar trabajo ajeno, con responsabilidad de abasto, productividad y calidad. (Por ejemplo, entre la producción agrícola y los servicios alimentarios; entre la producción forestal, la fabricación y venta de mobiliario, etc.). Evitando las “microempresas” de miseria o el “changarrismo”, que son meros medios de contención social y disfraz de desocupación.

La ciencia administrativa facilitará su organización del trabajo, la elevación de la eficiencia y la distribución del valor entre sus miembros. Serán coordinadas por la Cámara de la Economía Asociada.

§ Las unidades de servicios civiles públicos, encargadas del equipamiento urbano, seguridad civil, higiene y protección del medio ambiente, transporte local, agua potable, etc. Bajo dirección civil, comunal y municipal, serán normadas y coordinadas por los Consejos de Servicios Civiles y tendrán responsabilidad y supervisión públicas.

§ Las unidades de oficios y servicios de mantenimiento, encargadas del ejercicio libre de oficios tradicionales y el mantenimiento técnico de bienes personales y domésticos. Trabajarán bajo coordinación de Consejos Locales de Servicios Técnicos, con precios supervisados públicamente y con responsabilidad civil normada legalmente.

Las Cámaras de la Economía Nacional, de la Economía Pública, de la Economía Civil y de la Economía Asociada, se formarán con la participación de Comisarios designados por las Asambleas Nacional, del Pueblo y Social, y los designados por las unidades de producción. Los Consejos de Servicios Municipales y los Consejos Locales de Servicios Técnicos se integrarán con delegados designados por sus miembros y por la coordinación social local.