¿Informe o Mensaje?

Por: Víctor Sánchez.

Imagen

Llegó septiembre, mes que, además de patrio, dicen es cuando se informa del trabajo presidencial. En los viejos tiempos —antes del 2000— el poder pasaba al candidato en campaña, antes siquiera de que éste ganara. Cuentan las anécdotas que se definían con su pluma los parlamentarios y gobernadores con los que compartiría “la búsqueda” del voto popular. No se necesitaban iniciativas preferentes ni nada por el estilo; se gobernaba y punto.

Las primeras acciones de gobierno ya las conocimos: Enrique Peña Nieto salió del país varias veces sin rendir cuentas ni transparentar sus gastos. Propuso la reforma laboral, que fue aprobada sin necesidad de que tocara la silla. Sin haber tomado protesta, otro mandó la propuesta de reforma como preferente, siendo autorizada y firmada por presidencia. Felipe El Pequeño, sometido, reconoció así el poder de quien lo asumía. Por más que actuara ante el público, con los medios, como Presidente de la República, ya no estaba en la presidencia. Los llamados a ser notado con sus iniciativas “preferentes” fueron inútiles. Bien lo sabían en el parlamento: en ese momento ya se trabajaba para otro.

Las señales de esa presencia fueron notorias. Hoy lo advertimos en las formas que se han adoptado: el Senado evade el análisis y el debate al legislar. Así aprobó la reforma laboral y la reforma educativa. Todas las propuestas de modificación, todas las propuestas de la oposición, fueron desechadas una a una. Eso sí, a la oposición le permitieron exponer sus reservas y sus cambios, sólo eso. Monreal y Barlett lo denunciaron con claridad en ambas ocasiones. Inútil. La negativa de la mayoría ganó las votaciones.

Después vino el sitio militar y policiaco en la Cámara de Diputados. Las manifestaciones contra esas reformas fueron creciendo poco a poco. El cerco lo hubo dentro y fuera del Congreso. El cerco mediático fue constante, mostró a los manifestantes como criminales, necios y provocadores, tanto del sitio militarizado como de las afectaciones a la población en la ciudad.

Fueron cerradas estaciones de metro y metrobus, bajo el argumento del posible uso por los manifestantes, agravando el daño social. La criminalización mediática logró el ataque a quienes mostraron el rechazo de la forma en que el Congreso actuaba. Se mofaron, se burlaron de las propuestas concretas y de los foros realizados para lograrlas. Los cambios, repetimos, fueron desechados por la votación consolidada de los partidos mayoritarios junto con unos cuantos de la izquierda.

Un voto del PT en la laboral y varios del PRD en la educativa dan cuenta del mensaje de presidencia. Los cercos militares del Congreso para alejar las movilizaciones cívicas de quienes mantienen posturas en contra también dan cuenta del mensaje, como lo hace asimismo el uso de los medios para asechar esas acciones populares y, en forma simultánea, cubrir de bonhomía al poder político.

Así que lo sucedido ahora en Los Pinos nos confunde. Enrique Peña Nieto no informó propiamente hablando. Excepto, claro, cuando habló de la reforma al artículo 3º y de las consecuentes normas secundarias logradas por la mayoría. Lo demás, dicho en la hora pinolera con corte mediático estilo Televisa, son las promesas de reformas que vendrán con sus bonancibles efectos dizque sociales.

Sus mensajes son más claros por las formas que por los pretendidos contenidos aludidos. El discurso social se contradice con la merma de los derechos laborales al pueblo al reformarlos en el Congreso. El discurso político se contradice al cercar, con los medios de comunicación y con los militares, las acciones sociales de quienes se atreven a oponerse.

Los dos mensajes son precisos, el de diciembre y el de septiembre. Como dijo aquél famoso político, la forma es fondo.

75 años, ¿jubilación? 1 / 2.

Por: Víctor Sánchez.

Imagen

Hace rato que no se festejaba una nacionalización. Específicamente hace 12 años, cuando las fiestas otrora patrias comenzaron a dejarse en el baúl. Bien mirada la cuestión, hasta fue un acto de congruencia. Los tiempos azules se alejaron de las fechas y especialmente de los nombres. De la revolución sólo se salvó Madero, quizás por la bandera general de la democracia. Quizás.

Fueron tiempos de cambio, se dijo. Pero no fue así: se mantuvo la misma tendencia que había iniciado De la Madrid, desde el PRI, privatizando todos los servicios, instituciones, empresas o corporaciones en poder del gobierno pues consolidaba una perspectiva de Estado benefactor o Estado social, permitía una intervención amplia en la economía de mercado, y nos guste o no, equilibraba las relaciones con el capital extranjero.

Pongamos por caso el café y el maíz. El control de los precios logró una distribución de la riqueza alcanzando a los productores pequeños, o sea, a los campesinos. Conasupo, con sus mecanismos de compra, fertilizantes, bodega, seguros y distribución, sostuvo los precios del maíz en doble beneficio. Lamentable claro, corrupción ocurrida, sí, pero la economía agrícola se sostenía con su presencia. Inmecafé mantuvo buenas batallas con la protección nacional a los precios del café, sin duda.

Pero la intervención económica del gobierno se terminó cuando el llamado “liberalismo social” salinista cubrió el territorio nacional. Desde 1984, las privatizaciones se instalaron, entregando dichos bienes y servicios al capital privado. La conversión de los bienes públicos en comercio privado, contrajo el compromiso del ataque directo a la corrupción pues esos bienes serían eficientes y eficaces pasando a poder de los empresarios particulares. ¡Las empresas privadas son 100 por ciento eficaces y transparentes!

Sólo quedaron dos industrias nacionalizadas: la eléctrica y la petrolera. Al servicio de la industrialización, o mejor dicho, de la economía capitalista, en las tarifas de estos insumos básicos se demuestraron las facilidades ofertadas a dichos capitales. Ambas industrias controladas como fuente sustancial de recursos para la federación, muy por encima de la labor hacendaria de la misma. No fueron ni han sido empresas, pues el total de sus recursos pasaban a las arcas de la “nación” como si Hacienda recabara sus impuestos; la federación cada año les otorgaba un presupuesto trasquilado, siempre insuficiente, aunque con amplia autorización para adquirir deuda; y estaban -están- impregnadas de cínicos funcionarios atentos a corromper cuanto se pudiese, alcanzando la tentación a los dirigentes sindicales. Con esta dinámica los ingresos totales de la federación dependieron plenamente del potencial energizado y las empresas fueron desangradas históricamente.

Desde aquéllos años se instaló la lucha contra la corrupción y la modernización en ambas industrias. En julio de 1983, un senador fue desaforado acusado de fraude por más de 5 mil millones de pesos, cuando había sido director de Pemex. Punto máximo de su Renovación Moral, ahora sí Pemex retornaría al sendero. Díaz Serrano con De la Madrid, La Quina con Salinas.

A los 75 años de Pemex los puntales de su aniversario son –como en el 83- anticorrupción y modernización. Ni un sólo tornillo de Pemex será privatizado. ¡Ni uno solo! Lo mismo dijo Fox el 14 de diciembre del 2000: Luz y Fuerza del Centro ni se privatiza ni se vende, se moderniza.

Peña igual avanza, y así lo afirmó en los 75 años de “Pemex, será sinónimo de modernidad, eficiencia y productividad. En este 75 Aniversario de la Expropiación Petrolera, frente a la Nación, reafirmo: PEMEX no se vende, ni se privatiza”.

¡Bonito el 1º de Mayo!

Por: Víctor Sánchez

Imagen

Las cuestiones de la política fueron tratadas en su forma natural: con tono memorable, como suelen ser, y con la ironía dada por los mismos hechos. Carlos Monsiváis solía ser irónico, sí, pero en su ironía descubríamos también el aporte de lo memorable. Cada semana publicaba sus escritos con esos tonos naturales de quienes en política afinan preceptos. ¡Por mi madre bohemios! Monsi —como le llamaban sus amigos— cercó las trémulas palabras de los políticos, de los especialistas del discurso y de la oratoria.

Así encontramos la pauta oficial del Primero de Mayo, que fue, en esta ocasión, y de nueva cuenta, el encuentro cercano de los tres tipos: los refulgentes dueños del capital, los flamígeros dirigentes obreros y, claro, los renacidos tricolores hechos gobierno. ¡Qué bueno y qué bonito que nos podamos reunir los 3 factores esenciales, patrones, trabajadores y gobierno!, afirmó en la ceremonia de Los Pinos el secretario Prida, y llamó por su nombre a los jefes de las camarillas patronales y de los trabajadores.

Aún cuando lograron la gran convocatoria, a los de la UNT –Unión Nacional de Trabajadores— sólo les agradecieron en genérico: “Saludo a los dirigentes de las agrupaciones, organizaciones y sindicatos confederados de la UNT”. Diría uno desde fuera: tanto esfuerzo y ni les dicen por su nombre ni les pasan el micrófono. Muy prendiditos pero muy calladitos. Sólo faltó que les dijeran, al estilo Fox, ¡comen y se van!. El nuevo pacto social que promueven estos sindicatos independientes permitió, al menos, que los viera el secretario, porque ni la patronal, ni los otros obreros, ni mucho menos el mero mero les dirigieron la palabra. Les dio Pena.

En el presídium de la ceremonia estaban presentes 24 personajes; ninguno de ellos pertenecía a los sindicatos independientes. En realidad, les dio Pena presentarlos. En las fotos —sólo en las de la presidencia— aparece Peña Nieto saludando a un telefonista, al que no mencionó nominalmente, no obstante sí dijo que había hartos: “Quiero saludar con gran respeto a toda esta espléndida y gran representación de los trabajadores de México. Este espacio, quizá, es insuficiente y el presídium aún más para dar cabida y albergar a toda la gran representación que hoy este recinto alberga [sic] de los trabajadores de México. Aun cuando no estuvieran todos, sin duda hay una espléndida y gran convocatoria [sic] y representación de los trabajadores de México. De distintas organizaciones de trabajadores, independientes, de distintos ámbitos productivos del país que se han dado cita en este evento”.

Muy bonito el regreso a Los Pinos, todos muy felices. Son los tiempos modernos de la competencia o, mejor dicho, los tiempos de la productividad democrática. ¡Órales con el concepto!. Y si a alguien le suena raro, aquí las palabras precisas del secretario Prida: “hoy estamos aquí para dar un renovado impulso al acuerdo social, al diálogo y al compromiso responsable que debe privar entre empleadores, trabajadores y gobierno. Con este reencuentro entre los factores de la producción, señor Presidente, queda de manifiesto una vez más que su Gobierno reconoce y valora la importancia de recuperar el diálogo abierto, respetuoso e incluyente, como instrumento eficaz para sumar voluntades en la gran tarea común de edificar un México más próspero y más justo. Para hacer realidad este propósito, sabemos que es impostergable emprender una auténtica política de Estado para el sector laboral, que sea punto de encuentro entre el desarrollo económico y el desarrollo social.”

O para que nos quepa duda, y para que notemos de paso la seriedad del momento y la profundidad de lo dicho, la siguiente intervención de Joaquín Gamboa Pascoe, secretario general de la CTM: “Quiero empezar esta intervención, que me honra, dando un reconocimiento pleno y las gracias al señor Presidente de la República. Precisamente porque la fecha más importante de los trabajadores, el 1 de mayo, Día Internacional del Trabajo, lo festeja, además, de forma multitudinaria en que los hicimos [sic] en el Zócalo, en este recinto, en este recinto que forma parte de su lugar de mando y de su lugar de residencia. Cuando en él, nos convoca y nos hace un honor, y ese honor se lo agradecemos señor Presidente.”

El Jefe cerró luego con broche de oro. Para variar, maravillándose de sus logros en Los Pinoles: “sin duda hay una espléndida y gran convocatoria y representación de los trabajadores de México. De distintas organizaciones de trabajadores, independientes, de distintos ámbitos productivos del país que se han dado cita en este evento. Y al mismo tiempo, está aquí la presencia de la representación del capital, de los empresarios de México. De sus distintas organizaciones que, también, hoy, se han dado cita en este encuentro. Por ello, me congratulo. Y al felicitar a los trabajadores de México, me felicito también de poder participar de un encuentro como éste, que reúne a esta gran representación del capital y del trabajo, de los factores de la producción, del motor de la economía de México, del motor del desarrollo, en un clima armonioso, en un clima de civilidad, de madurez política, y donde se comparte un mismo espíritu, que es, justamente, el de querer todos contribuir a que México se mueva, a que México se transforme… A todas y a todos ustedes, y especialmente a los trabajadores en su día, a quienes ustedes representan, reciban, todos, la felicitación del Presidente de México… Felicidades a todos los trabajadores de México.”

Mejor que haiga sido así. Un bonito día de felicidades.

¡Ora sí! ¡Llegó la neta!: D e m o c r a t i z a r la productividad. 3/3

Por: Víctor Sánchez

 Imagen

La Asociación Nacional de Abogados Democráticos dice que “la política laboral del sexenio ya tiene nombre: democratizar la productividad, aunque no se explique en qué consiste”. El gobierno federal enfatiza, pero no define, que democratizar la productividad es “trabajar mejor y lograr el uso eficiente de los recursos empleados en una actividad económica”, pero la ANAD insiste: “lo que no explica Peña Nieto es qué entiende por democratizar el trabajo… Lo que no vemos por ningún lado en la política laboral oficial es la participación de los trabajadores”. [“Sobre los trabajadores y la productividad”, La Jornada, 28/05/2013] Y concluye: las cúpulas sólo repartieron pobreza, bajos salarios y empleo precario.

La ANAD duda de las definiciones y no yerra en su conclusión: las cúpulas han definido la política laboral y los obreros –reales- están trabajando. La democracia de la productividad está definida por las cúpulas, igual que sus indicadores y su estructura. El gobierno arrancó con la democratización de la productividad desde antes de empezar a gobernar, pues la reforma laboral se hizo con las Cámaras electas al tiempo presidencial, y por ello se aprobó. Por eso, la primera reunión para dar formalidad a la Comisión da respuesta a la ANAD.

El 17 de mayo, en el diario oficial de la federación (DOF), se estableció el Comité Nacional de Productividad, considerando, entre otras cosas, “que es necesario impulsar el desarrollo integral y sustentable del país, con el propósito de generar condiciones de mayor bienestar para todas las familias mexicanas… considerando a trabajadores, patrones, sectores productivos e instituciones académicas y de investigación”, y dadas “las reformas y adiciones a la Ley Federal del Trabajo, publicadas en el Diario Oficial de la Federación el 30 de noviembre del 2012, se prevé la constitución de un Comité Nacional de Productividad, como órgano consultivo y auxiliar del Ejecutivo Federal y de la planta productiva, al ser la productividad factor fundamental y condición indispensable para el crecimiento económico, la ampliación y mejoramiento de las oportunidades de empleo y con ello, de modificación favorable de las condiciones de vida de la población en general”

Aún no se le daba el otro carácter, fundamental, ideológico, ¿retórico? La productividad estaba ya en el programa desde antes de noviembre de 2012, cuando se preparó el proyecto de ley como uno de los ejes de campaña [de gobierno] del PRI. Eso nos queda claro. Pero aún no existía la democracia en la productividad. Cuando los burgueses aprobaron la “nueva” ley laboral antes del “nuevo” gobierno, con un Pacto por México sietemesino –ya pataleaba en el vientre patrio- “en interés de la clase trabajadora”, la “nueva productividad democrática”, no formaba parte de los “beneficios” ofrecidos: habría más trabajo, mejores condiciones laborales, menor informalidad, más y mejores salarios. Pero no ocurría aún el despliegue sintomático y fosforescente, democrático productivo. Lo alertaron, lo sabían Marx y Engels: ¡Libre comercio!… en interés de la clase trabajadora; ¡Aranceles protectores!… en interés de la clase trabajadora; ¡Democratización de la productividad!… en interés de la clase trabajadora.

Después vendrá la democratización. Insistimos: la posición será ideológica en tanto el comité está conformado por una pléyade de funcionarios: “el Secretario de Hacienda y Crédito Público, quien lo presidirá; el Secretario de Economía; el Secretario de Educación Pública; el Secretario del Trabajo y Previsión Social; el director general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología; 5 representantes de organizaciones empresariales; 5 representantes de organizaciones sindicales de trabajadores; 4 representantes de instituciones de educación superior; un representante de institución de educación técnica media superior, y un representante de institución de capacitación para el trabajo.” En total, 21 personajes selectos para el diseño de la productividad. Si hay orden habrá progreso, es lo que procura el comité. Habrá 4 reuniones al año y se formarán los subcomités regionales, sectoriales o por rama. Centralismo oficial, control de gobierno o decisiones de cúpulas.

Para el por sí fortalecido, protegido, blindado, tan vertical como centralista, comité aún no democrático —nótese— se prevé el auxilio “de un Secretario Técnico, que será el Secretario Técnico del Gabinete Especializado de México Próspero, al que se refiere el «Acuerdo por el que se establece la integración y el funcionamiento de los gabinetes», publicado en el Diario Oficial de la Federación el 1 de abril del 2013”. Las rúbricas del decreto fueron 5: presidente, hacienda, economía, educación y trabajo.

El propio Peña Nieto dice lo siguiente: “he determinado que los asuntos del Gobierno de la República se atiendan en cinco ejes estratégicos, a saber, México en Paz, México Incluyente, México con Educación de Calidad, México Próspero y México con Responsabilidad Global, con un enfoque de análisis especializado y transversal, de manera que todas las dependencias y entidades involucradas actúen en forma conjunta y coordinada para la consecución de los objetivos y metas que se requieren para la transformación de nuestro país, en beneficio de la sociedad en todos los ámbitos”. En este decreto se precisa al preciso, siendo federal y centralista determina por cuenta propia. Para la creación del comité de productividad, se blinda, con una pizca más de centralismo, de verticalidad, para darle sabor al caldo –decía mi abuelita-.

¡Aún no aparece lo ideológico! ¡Nada democrático en la producción ni en la productividad! La política ideológica se decidió días después. Con escenografía y seguridad para los medios. Para el teatro político, para el discurso. Los burgueses así preparan el terreno de sus propuestas, por el bienestar del pueblo, por el progreso de México. La comisión intersecretarial México Próspero, asesora técnica del comité por la productividad democrática: la democracia dirigida. Por los trabajadores. ¡Perdón! Aún no es por los trabajadores, ni se postula su democratización; es el engranaje centralizado; son puros secretarios del gabinete. Los actores, la escenografía, el teatro y el programa lo decide el poder ejecutivo, el actor central o el director, el mero mero.

En resumen: el 27 de septiembre, 18 secretarios del gabinete y el jefe cordaron 5 gabinetes “especializados” para coordinar los ejes propuestos en el Plan de Desarrollo; el decreto lo firmaron 22 secretarios. México Próspero, con 22 secretarías coordinadas por la Secretaría de Hacienda, será el apoyo técnico del comité para la democratización de la productividad. Como podrá contarse bien, los decretos centralizan o, como lo indican, coordinan las acciones del gabinete para los programas de gobierno.

Aceves del Olmo, por los trabajadores, afirmó que “en este proyecto, no será el esfuerzo de los trabajadores en quien recaiga la responsabilidad de los resultados, como históricamente ha sido, sino del conjunto de acciones de empresarios, de Gobierno, de la academia”. Lo comparó al Pacto Social de España en la transición; reconoció la necesidad de capacitación, el apoyo a las pymes familiares para revertir la informalidad. El rector inquirió el presupuesto para ciencia y tecnología, para las innovaciones requeridas. Ni qué decir de los patrones, gustosos estaban de abarcar en todos los niveles y regiones la garantía de la productividad. Todos coincidieron. Pero no enfatizaron la democratización de la misma.

Fue el jefe y su brazo derecho. Ahí, en sus discursos, apareció la democratización de la productividad, su retórica. Decretan concentrar y deriva, entonces, la centralidad democrática de los gabinetes con las cúpulas. “Los trabajadores no pueden ser secundarios en este proceso”. ¡UPS! Videgaray dixit: este comité del más alto nivel transformará a México. Será la única “vía para elevar de manera consistente y permanente el ingreso de los trabajadores”.

Los burgueses ¡lo aseguran y lo firman!

¡Ora sí! ¡Llegó la neta!: D e m o c r a t i z a r la productividad. 2/3

Por: Víctor Sánchez.

 Imagen

Democratizar la producción” es la expresión que permite a los burgueses ocultar sus intereses y su posición ante los obreros. El Gobierno Federal, que es el responsable de dicha expresión, empezaría con un “programa especial de productividad” para animar al Consejo. Algo así como un socialismo burgués. Un mundo mejor.

Los burgueses… pretenden las condiciones de la vida moderna sin las luchas y peligros que surgen necesariamente de ellas. Pretenden la sociedad imperante prescindiendo de los elementos que la revolucionan y disuelven. Pretenden una burguesía sin proletariado. Como es natural la burguesía imagina que el mundo en el cual domina es el mejor de los mundos… Cuando exhorta al proletariado a hacer realidad sus sistemas y entrar en la nueva Jerusalén, todo cuanto reclama es, en el fondo, que se detenga en la sociedad actual, pero despojándose de las ideas hostiles que abriga a su respecto”. (Manifiesto del partido comunista, 1848).

El socialismo burgués solamente alcanza su expresión pertinente cuando se transforma en mera figura retórica: ¡Libre comercio!… en interés de la clase trabajadora; ¡Aranceles protectores!… en interés de la clase trabajadora; ¡Democratización de la productividad!en interés de la clase trabajadora. El socialismo de la burguesía consiste, precisamente, en afirmar que los burgueses son burgueses en interés de la clase trabajadora.

La propuesta democratizadora en la producción fue alertada desde hace 165 años por los jóvenes Marx y Engels. Bajo los mismos lineamientos de entonces, los burgueses de ahora nos dicen que se preparan para ejercer su dominio, lanzándonos sus programas llenos de logros, beneficios totales cubiertos de ideología. Marx y Engels nos alertaron con tiempo: los burgueses son capaces de eso y más. Hace ya algunos años nos ofrecieron las perlas de la virgen con el liberalismo social (dixit el salinismo); ahora, con la democratización de la productividad, nos las vuelven a ofrecer. Pero no lo olvidemos: los burgueses son burgueses nomás por interés de la clase trabajadora. La burguesía y su gobierno, en los mejores momentos de su postura, ofrecen el mejor programa para la clase trabajadora.

El presidente Enrique Peña Nieto convocó a construir un gran acuerdo nacional para impulsar la productividad y asegurar que México sea más productivo y próspero, y que los ingresos de las familias mexicanas sean mayores; además, para que el país alcance todo su potencial y compita con éxito en esta era global”. [La Jornada, 28/05/2013]

El presidente nos recuerda, además, que la democratización de la productividad es un compromiso adquirido por los avances realizados antes de llegar a la silla presidencial, sin Pena: “De acuerdo a la Ley Federal del Trabajo es el resultado de optimizar los factores humanos, materiales, financieros, tecnológicos y organizacionales, que concurren en la elaboración de bienes o de prestación de servicios. Es decir, la productividad es la eficiencia con la que un país, una industria o una empresa utiliza sus recursos para producir. Ser más productivos no significa trabajar más. Significa trabajar mejor. Es trabajar con mayor inteligencia. Es hacer más con los recursos que se tiene. Un trabajador más productivo no necesariamente es el que trabaja más horas. Es el que obtiene mejores resultados y, en consecuencia, va a ganar más por su trabajo. [Página web de la Presidencia.]

En el discurso cubierto de ideología se nos dice que la democratización de la producción es una exigencia de la nueva Ley Federal del Trabajo; que se delineó en el PND y se precisa ahora para alcanzar un México próspero.

El 28 de mayo, en la Cámara de Diputados, se respaldaba la posición, la postura y el programa de Los Pinos. Una comisión dirigida por el Partido del Trabajo asumía el reto, escuchaba los cantos de la sirena; reconocía, pues, que los burgueses eran y serán burgueses por el interés de la clase trabajadora: “en la nueva política industrial hay que dar un gran golpe de timón que contribuya al crecimiento de la productividad de 0.7 a más de 2 por ciento, así como de la economía”, planteó Adolfo Orive Bellinger, presidente de la Comisión de Competitividad de la Cámara de Diputados, cuando adelantó que la maquinaria para impulsar la productividad en el país «está echada a andar».

Luego le correspondió al secretario de trabajo alabar con bombo y platillo los inicios de la comisión para democratizar la productividad, señalando la certificación de competencias a realizar en educación y la capacitación desde su área con atención especial a las micro y medianas empresas, coordinándose con economía e impulsando “la inclusión de cláusulas de productividad en los centros colectivos de trabajo como ha sido la instrucción del Presidente de la República… Contamos ya con indicadores para medir la productividad laboral que se publican trimestralmente en un importante trabajo realizado con el INEGI, por primera vez en el país. Por primera ocasión tendremos indicadores precisos por región, por ciudad, por localidad de los grados de competitividad de todos los factores de la producción involucrados en el país en las diferentes ramas.” [“Diversas intervenciones”, página web de la Presidencia]. Ni duda cabe: la democratización es un hecho.

Al tomar la palabra, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, la cúpula de todos los industriales y patrones de México, dijo que ellos están a pié del cañón. “Asumimos nuestra participación en el espacio de representación y concertación que hoy se abre como un compromiso con los trabajadores, las empresas, el Estado en su conjunto y con todos los mexicanos… Acudimos a este Comité con la firme voluntad de poner todo lo que está de nuestra parte a fin de que sea un organismo eficaz para generar equilibrios, acuerdos y compromisos. Un impulsor de propuestas e iniciativas consensuadas del Gobierno, trabajadores, la academia y los empresarios”. Como se puede reconocer, la productividad tiene los elementos esenciales para lograr su democratización: el mega organismo de la burguesía a disposición de un programa sin mayor interés que el bienestar de México.

¡Pero no podían faltar los trabajadores! ¡Claro que no! A nombre de ellos y de la CTM, el diputado Aceves del Olmo, lleno de algarabía, acudió a la comisión. “Si queremos que a través de la productividad se eleven los salarios reales de la gente, es decir, que las y los mexicanos ganen más por su trabajo, debemos lograr lo que el Presidente de la República ha dicho reiteradamente, no sólo debe crecer la productividad, se debe democratizar.” Ni más ni menos: “Convergen hoy aquí todo tipo de ideales y eso es bueno para México; tenemos que hacer una mística de coincidir, y no de disentir”. Como quien dice la cosa, la lucha de clases pasó a la historia; con mística se converge.

En su intervención, Luis Videgaray, el brazo derecho de Los Pinos —pues además, como sabemos, es quien preside la nueva comisión— cerró con broche de oro la sesión. “Luis Videgaray… detalló cuatro ejes de acción para impulsar la productividad: primero, que las empresas que trabajan en la informalidad pasen a la formalidad [y] que las pequeñas empresas tengan acceso a créditos bancarios más baratos; segundo, elevar la productividad en las empresas con la inversión en capital humano, ciencia y tecnología; tercero, intensificar la competencia entre las grandes empresas prestadoras de servicios… (particularmente en el área de telecomunicaciones), en beneficio de las pequeñas y medianas empresas; cuarto, cerrar las brechas que existen en nuestro país en materia de productividad entre los estados más y los menos productivos, estos últimos,…impera la economía informal y en donde 61 por ciento de su población vive en la pobreza. Democratizar la productividad, concluyó Videgaray, es la única vía para elevar de manera consistente y permanente el ingreso de los trabajadores en todas las regiones y en todos los sectores del país”.

El Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, culminó el presidente, “establece la democratización de la productividad como uno de los tres ejes transversales. Esto se traducirá en que cada política y cada decisión del Gobierno, independientemente de la Secretaría a la que corresponda, deberá tomar en cuenta el impulso a la productividad”. La comisión nombrada completa la propuesta: democratiza su esencia. En beneficio de los trabajadores, en su interés. La productividad se democratiza.

 

¡Ora sí! ¡Llegó la neta!: D e m o c r a t i z a r la productividad. 1/3

Por: Víctor Sánchez.

Imagen

La Editorial de La Jornada, intitulada “El dilema de la productividad”, califica de difícil el éxito de la propuesta de productividad planteada por el actual gobierno, dadas las condiciones impuestas hasta el momento: una reforma laboral que acota y recorta los derechos de los trabajadores, y otra más aplicada a los maestros, donde impera el charrismo sindical y se alienta la privatización de la enseñanza pública.

La “la tecnología, los métodos de gestión y organización, la capacitación laboral y el crédito” son necesarios pero no suficientes para elevar la productividad; se “requiere, además, de un esfuerzo en otros ámbitos, a fin de contar con una fuerza de trabajo con mejor educación, derechos laborales, salud, transporte y vivienda. En otros términos, el mejoramiento de las condiciones de vida de la población debe ser punto de partida, y no de llegada, si se pretende elevar los índices nacionales de productividad”, afirma la Editorial, que empieza por el final y no por el principio.

El principio de donde debería partir la propuesta del actual gobierno es, en efecto, acabar con la desigualdad social, lograr la distribución del ingreso o, por decirlo como se debe, modificar el actual sistema neoliberal. El principio es otro modelo de crecimiento, otra perspectiva. Así nomás. La cosa queda clara.

Pero las contradicciones están planteadas por el mismo gobierno: la política económica aplicada va en sentido contrario a este principio, como bien lo indica dicha Editorial. Aún más, las contradicciones están en la denominación de origen: la “democratización de la productividad”, que es una forma de llamar a los enredos por su nombre.

La producción sólo se logra y realiza por los trabajadores. Las formas de inversión del capital en la administración, en la innovación tecnológica y en la capacitación o adiestramiento, van dirigidas a exprimir al trabajo. Es pues la máxima del capital: encontrar las formas elementales de explotación del trabajo.

La producción y el aumento de la productividad evaden los compromisos del capital, eluden las formas de adquirir la ganancia. La productividad sólo puede democratizarse en la fábrica, en el taller o en los servicios: la productividad ya es democrática desde antes. Eso sí, sería bueno saber cómo es que el capital y los patrones pretenden democratizar dicho proceso de trabajo. La primicia es sustantiva: primero trabajas y produces. Otra cosa no puede ser.

En la Editorial seretoman las palabras de Peña Nieto, en el sentido que desde hace 30 años se inició la reducción de la productividad en México. Parece un indicador preciso, se capta lo fundamental. Pero enseguida el discurso de Peña Nieto precisa: “si en el último medio siglo México hubiese tenido índices de productividad comparables a los de Corea del Sur, nuestra capacidad de generar riqueza sería cuatro veces mayor a la que hoy tenemos y el número de mexicanos en pobreza sería 86 por ciento menor”. O sea: ¡si otra cosa juera pos otra cosa sería! Órales con Cantinflas o Chespirito: si juéramos coreanos la riqueza juera para más y la pobreza sería menos. No pos así sí, como dice una cosa dice otra.

No somos ni coreanos ni chinos. Pero con seriedad afirma que lo seremos: “El jefe del Ejecutivo federal señaló que con el transcurso del tiempo y con la aplicación de las políticas económicas que impulsa su gobierno, se logrará que todo México sea más productivo”, se dice en otra nota también publicada por La Jornada.

Democratizar la productividad” como eje transversal es el objetivo, así como alguna vez alguien llamó a este proceso de modernización eje indispensable del liberalismo social.

Se dice que se dijo: productividad democrática o democratizar la productividad. A mayor productividad, mayor prosperidad. Aplica a persona, empresa o nación. Innovar tecnologías o diseñar una planta industrial. Vista bien la cosa es sencilla: se trata de cómo invertir el capital en aras de una utilidad. Pero abunda la explicación: tan sencillo como tener espacios laborales adecuados, seguros y óptimos, para el buen rendimiento de los trabajadores. Así de sencillo es. Son los trabajadores, no hay más.

Las ganancias, las utilidades no se tocan. Los salarios se aumentarán hasta que se logren indicadores de productividad como los de China o Corea del Sur, países donde se cuenta que cada día los salarios son más bajos o, para decirlo en los términos del nuevo proyecto, donde la productividad cada vez es más alta. En los últimos 30 años así ha sido. El rendimiento del capital y la ganancia han crecido como nunca antes. Dicen.

No hay vuelta de hoja. O como dijera el filósofo conocido, “la cosa es s e n c i l l a”: el comité nacional de productividad será la firma para democratizarla:

Este Comité, que surge de la reciente Reforma Laboral, tendrá entre otras, las siguientes facultades: (a) Realizar el diagnóstico nacional de los requerimientos necesarios para elevar la productividad y competitividad en cada sector y rama de la producción; (b) Sugerir alternativas tecnológicas y de organización del trabajo; (c) Formular recomendaciones de planes y programas de capacitación y adiestramiento; (d) Estudiar mecanismos y nuevas formas de remuneración, que vinculen el ingreso de los trabajadores a la productividad; (e) Igualmente, habrá de emitir opinión sobre el destino y aplicación de recursos presupuestales orientados al incremento de la productividad; (f) Adicionalmente, el Gobierno de la República pondrá en marcha un Programa Especial para Democratizar la Productividad, que partirá de las recomendaciones y aportaciones que realicen este Comité y otros actores de la sociedad”.

Así jue como se dijo que sería la cosa. Todos vamos a ser felices y los trabajadores trabajarán más y mejor, pues recibirán los mejores consejos y diagnósticos del consejo. No hay de otra, lo aclaró el de Hacienda. Pos así no nos dejan otro camino y así será. Si se trabaja como se debe, si se trabaja como trabajan los chinos, seremos seres harto felices. La democracia nos hará felices. ¡Óra pues!

Se llama charrismo

Por: Víctor Sánchez.

 Imagen

No podemos aceptar la intromisión del gobierno en los asuntos sindicales; la organización de los trabajadores según la ley, los acuerdos internacionales y, sobre todo, la Constitución, es autónoma e independiente de otros organismos, de partidos y de los actos de autoridad de cualquier tipo.

En México, la intromisión del gobierno en la vida interna de los sindicatos se ha realizado en forma sistemática a través de la violencia, buscando imponer dirigencias e impedir comités críticos. Son intervenciones ilegítimas.

Así se definió el origen del charrismo sindical. De los años cuarenta hasta los inicios de los noventa, se utilizó como una categoría de análisis para ubicar cierta política de la clase en el poder, es decir, aquella que beneficiaba a la burguesía en forma directa, pues se adecuaba la relación laboral a sus intereses y se limitaba su acción bajo la presión gubernamental. Antes se utilizaba ese concepto, ahora no. El charrismo fue una política de la burguesía para contener al proletariado y a sus organizaciones sindicales.

En la descalificación de la vida ostentosa de la maestra Gordillo, se olvida lo esencial: su origen y su contexto. Su origen, al más claro origen del charrismo sindical, confrontándola con Vanguardia Revolucionaria de Jonguitud Barrios, y haciendo crecer la estructura del SNTE, con el apoyo de Gordillo y el grupo Atlacomulco, dirigido por el profesor Hank. Hecha a esa medida, de ahí le traicionan con el viejo pretexto de “ladrón que roba a ladrón”.

El resto son los nexos del contexto. Al encumbrarla, se usaron alianzas como palancas “naturales” para conseguir presidencias municipales, cargos estatales o federales, diputaciones: se sacaron la lotería. Todos sus logros son sus alianzas negociadas, nada de gorra. Así es el charrismo sindical: imposición violenta e ilegal del Estado para alejar a los trabajadores de la democracia, la autonomía y la independencia sindicales.

La experiencia enseñó, como dicen Galván y Sánchez Delint, “que la gente audaz salida de los mismos sindicatos, era la mejor dotada para desempeñar las tareas de control gubernamental de los organismos sindicales. En esa situación no fue difícil conseguir a un líder ambicioso y falto de escrúpulos pero conocedor del medio obrero y a quien se le proporcionó la oportunidad de convertirse en millonario. Su ansia de enriquecimiento lo llevó en corto tiempo a disfrutar de mansiones y adornarse con alhajas de elevado precio, viviendo en un ambiente de dispendio y derroche.” Gordillo es una pieza que se mueve a contentillo del poder de la burguesía.

Más o menos también lo indica Sánchez Rebolledo, al decir que el encarcelamiento de la maestra es una demostración de fuerza pero falla cuando advierte a las fuerzas corporativas, pues si lo son le sirven al poder. O cuando supone se envía un mensaje a la sociedad pues se atacará a la corrupción, si es consustancial al capital. O cuando atina a decir que su origen le dicta destino. “Ese fue, justamente, el origen y la razón de ser del charrismo, no obstante que con el paso del tempo y la acumulación de riqueza indebida y poder mafioso en las oligarquías sindicales, junto al chantaje a gobiernos débiles, como los de Fox y Calderón, creciera la percepción insostenible de que éstas eran una fuerza autónoma, un poder fáctico”. Pues se equivoca y se contradice al sintetizar: “Esa intromisión está en la base de la tragedia histórica del sindicalismo mexicano, aunque esta vez se apoye en las buenas razones aducidas por el Ministerio Público”, pues avala y felicita al gobierno por introducirse en los asuntos sindicales. Es decir, sólo es charrismo y punto.

Fernández Vega, por su parte, sí ve la historia y los nexos, los contextos o cómplices, muchos por los años de su crecimiento: “Elba Esther Gordillo debió ser apresada desde muchísimo tiempo atrás, incluso antes de que fuera delegada política en Venustiano Carranza y de allí, por instrucciones de Salinas, se convirtiera en automático en la dirigente del SNTE. Muchas y variadas son las tropelías cometidas por esta señora, pero es importante subrayar que no lo hizo sola, que contó con la complicidad de muchos personajes, de tal suerte que junto con ella no pocos políticos y empresarios tendrían que estar hospedados en algún reclusorio.”

A contracorriente, sólo dos artículos precisan el contexto de “su poder” y el golpe al sindicato, que es lo fundamental. Nada podrá cambiar. Nada se desea modificar. Es un golpe de poder para mostrar posiciones desde el poder.

Como en los mejores momentos del viejo, el nuevo PRI ataja los posibles senderos –si acaso existen-, cubriendo las formas y esencias de la relación política. Con claridad está en el Astillero del día 1 de marzo: “Los primeros indicios sugieren que el acuerdo consiste en llevar el caso penal de Gordillo por las vías del litigio, sin que haya presión o intervención del SNTE o del Panal, a los que pacificamente se ha ofrecido respetar su vida interna y la toma de decisiones, incluso en materia de oposición institucional a los trazos de la reforma educativa, en el caso del sindicato. Díaz de la Torre y Mónica Arriola se han sometido instantáneamente a una mordaza respecto a la situación de Elba Esther y han dado muestras de que se dedicarán aplicadamente a cuidar el buen funcionamiento de sus negocios políticos.”

De Buen afina la perspectiva sindical con solidez clara; de la maestra escribe: “se trata de una persona que en el orden sindical ha demostrado con creces cómo se puede y se debe manejar un sindicato. Me temo que ese es el supuesto delito que le atribuyen. Por otra parte, no dudo un momento que se está violando el principio de libertad sindical y de autonomía, contemplado en el Convenio 87 de la OIT que, por cierto, merece muy poco respeto por parte de nuestra autoridades, como lo demuestran con creces las actitudes asumidas con el sindicato minero, con el Sindicato Mexicano de Electricistas”. En otra mira, los 3 sindicatos de Mexicana de Aviación que aceptaron la propuesta de sometimiento –llamada negociación, a la fecha no tienen trabajo.

Así que el retorno del PRI es cierto. El caso de la maestra lo demuestra: se llama charrismo.

En México, quebrados, todos los contratos colectivos de trabajo

Por: Víctor Sánchez

 Imagen

En el mensaje, que no informe presidencial, el escenario estuvo preparado por Televisa. El orador sorprendió a todos: no leyó y sólo trastabilló en pocas ocasiones. Antes, el teleprompter le permitía comunicarse; ahora el “chícharo” le solventó la secuencia del discurso.

Después de organizar el linchamiento contra el magisterio, se preparó el escenario en Los Pinos. El cerco militar –al gusto del orador— ahuyento a la plebe disidente. La prole fue alejada, diría su hija. Sólo los amigos estarían invitados. Más los del pacto, claro. ¡Sales y vales!

El orador saludó a todos los representantes formales de los poderes de la Unión y de las esferas económicas, después de mencionar la entrega del informe escrito. Formato formal, mediático, dos días después como fondo excelso para sentir el espacio del poder con quienes lo constituyen.

Para marcar la diferencia, primero, se ejecutó el linchamiento a los trabajadores, ideológica, política y militarmente; luego, el orador dijo: “juntos hagamos historia”, reuniendo y uniendo al otro frente de la lucha de clases. Como diría López Mateos, dentro del espacio de la Constitución: lucha de clases constitucional.

Desde 1984 los neoliberales, burgueses, se lo propusieron con paciencia, y ahora, en septiembre de 2013, lo lograron. Todos los contratos colectivos de trabajo han sido quebrados. Faltaban los más fuertes y lo han hecho. La extinción, en octubre de 2009, golpeó a los electricistas; este año al magisterio. Duro quebranto con el poder del Estado al servicio de la burguesía. Por eso, el orador festejó al Legislativo por la aprobación la “nueva Ley del Servicio Profesional Docente”, que quita de la negociación contractual el ingreso, la promoción y la permanencia en el trabajo de los maestros (que constituyen el sindicato más grande de América Latina).

Del golpe de Estado en 2009 al “fastrack” Legislativo en 2013, los contratos colectivos fueron quebrados, resquebrajados. Se cerró así el círculo. Los tres en Mexicana de Aviación en este periodo; las cláusulas de jubilación desde la creación del SAR –los recientes ISSSTE e IMSS; por segunda vez, la amenaza de Aeroméxico; el no reconocimiento por parte de los telefonistas; la negociación de los del STPRM y los del SUTERM. Y todo comenzó en la UNAM en 1982, cuando se fusionaron las categorías laborales.

Por esto, el orador inició su mensaje agradeciendo al Legislativo. Siguió luego con un cuadro de 5 dilemas, donde señaló “la ruta de la transformación”, el único camino “que nos llevará al México que queremos construir”.

El Pacto por México, con sus 95 compromisos, fue el primer dato del mensaje; luego vino un renovado reconocimiento a los legisladores y unas breves palabras de alabanza al camino: “hay rumbo claro”. El orador señaló que se logró la coordinación de todas las dependencias de seguridad, el uso preciso de la inteligencia, y el programa de nacional de prevención de la violencia en 5 regiones operativas. Se reforzó también la idea con datos de homicidios y la promesa de iniciativa sobre derechos humanos.

Hubo, asimismo, un reconocimiento a las fuerzas armadas y a la PGR, que anunció la “perspectiva de género como estrategia transversal”. En 400 municipios se inició la Cruzada contra el Hambre, la política social se completó con Oportunidades y una pensión para las personas de 65 años o más. Enseguida unos párrafos para la reforma educativa apenas lograda, señalando sus alcances. “Juntos lograremos una educación de calidad que les asegure a las nuevas generaciones el más amplio horizonte de oportunidades. Que así sea, por el bien de México.”

No lo informó, pero la contradicción es evidente: con la ley laboral se impugnan los derechos contractuales, que él llama “privilegios”, y así se eleva la edad de jubilación a 65 o 70 años. Unifica y universaliza: todos pensionados hasta maximizar edades: 65 y 70 años. “Haiga sido como haiga sido”.

Peña Nieto se echa porras por algo que hizo antes de tomar posesión. Y partir de ese momento, han sido sólo promesas, puras promesas. Las reformas aún no muestran su poder, ni la laboral y menos aún la educativa. La energética sigue en espera y es probable que se apruebe la fiscal. En los hechos sólo existe el Pacto debilitado por los debates internos. El informe fue, pues, sólo un mensaje, una promesa: “La gran transformación de México sí es posible, y debo decirlo con todas sus letras: está en marcha”.

Pararon todo: ¡Qué maestros!

Por: Víctor Sánchez

 Imagen

El mejor ejemplo de la manipulación de los hechos, “de la verdad”, está en los maestros. Son culpables de todo, se oponen al progreso de México, jamás dan argumentos, imponen el caos en la capital, no dan clases, y cientos de miles de niños truncan su futuro por sus manifestaciones. Cerraron el aeropuerto. ¡Ah qué maestros!

En las noticias, de radio y televisión, se responsabiliza a los maestros del caos capitalino. Las primeras planas de los diarios muestran o se ilustran con fotografías de las calles y avenidas cerradas, así como a los ciudadanos que sufren las consecuencias de la presencia de los maestros en la ciudad.

Todos los medios muestran el Zócalo de la capital lleno de las carpas y casas de campaña en donde descansaban los maestros al término de sus movilizaciones. Los costos y los gastos fueron el clamor de los panistas y de la Cámara de Comercio: cientos de miles de pesos, dijeron los primeros, se necesitan para mantener tanto maestro en la capital; cientos de miles de pesos, afirmaron los segundos, se han perdido en las ventas de los comercios, de los restaurantes y de los hoteles pues el turismo deja de asistir a la zona a causa de los maestros.

Es lo que se anuncia, es lo que se informa, es lo que es noticia. Y le agregan una gota: los maestros dejan a millones de niños sin clases. Chiapas, Guerrero y Oaxaca son los estados con más pobreza y son los estados donde los maestros revoltosos han dejado de dar clases. Para precisar presentan “encuestas” –de una persona-, selectas, donde se demuestra la cerrazón de los maestros.

Los “mejores” noticieros, los “mejores” locutores fueron quienes dieron esa pauta. El marco informativo contra los maestros fue único, si tuviéramos capacidad de repetir todos y cada una de las noticias para encontrar esa uniformidad. Esa guerra mediática que se lanzó como eje en contra de los maestros que se oponen a la reforma educativa con razones.

Un ejemplo de la uniformidad de los medios, de la guerra mediática, es el siguiente: está muy bien que se manifiesten, que marchen los maestros, siempre y cuando no afecten los derechos de terceros. ¡Cosa más grande chico! ¡La contradicción es evidente!

A tal grado llegó el deseo de atacar a los maestros que se realizó una película, de gran difusión y cobertura en radio y televisión, donde se achacan de todos los errores de la educación pública a los maestros, con una clara tendencia antisindical y presentando a su dirigente como problema central de la educación. ¡De panzazo! Tuvo la aceptación de los medios, con gusto la festejaron.

La voz, la propuesta, de los disidentes no ha sido presentada. Lo que proponen, contra lo que se oponen, no se informa ni se difunde. Sólo se les achacan los males.

Una de las situaciones más difundidas en las expresiones públicas de los maestros, fue cuando se dirigían al Aeropuerto Internacional. No lograron llegar, se quedaron a un kilómetro de distancia. Los policías y granaderos les pusieron unas vallas para impedirles su llegada a la terminal 1 o 2. Quedaron imposibilitados de acercarse siquiera. El que cercó la llegada de los pasajeros al Aeropuerto fue, entonces, el gobierno y sus milicias, no los maestros. Se dieron órdenes de cerrar las estaciones del metro, se impidió que los autobuses, microbuses, peseras y taxis tuvieran acceso a la terminal aérea. Todas esas órdenes las dio el gobierno federal.

En cada una de las manifestaciones, de las marchas y de los mítines de los maestros, las órdenes para impedir circular al transporte público las dio el gobierno.

Nada de eso se dice, nada de eso de informa, nada de eso se sabe. Los maestros pararon todo, son los culpables del caos de tránsito y la sinrazón antidemocrática.

Pero los medios publicaban que eran los maestros. El cerco y la guerra mediática fueron claros. Los son aún. Como lo señalan los “democráticos”, las minorías se someten.

Notas: 1. Sería bueno consultar la propuesta de ley entregada por la CNTE en las cámaras de Oaxaca y Guerrero. 2. Sería bueno ver la sesión donde se aprueba la reforma, donde se negó la totalidad de reservas. 3. Sería bueno ver las fotografías del intento de llegada al aeropuerto, qué se impide a quién.

Canasta básica

Por: Luis Leija

Lo sensato sería que los efectos de una crisis económica recayeran sobre el abatimiento del consumo de productos y servicios superfluos, propios de las altas clases sociales, es decir, de aquellas que disponen de recursos más que suficientes para sortear la contingencia.

Las crisis económicas no deberían afectar el consumo de bienes esenciales, que son indispensables para una calidad de vida digna. Pero generalmente las clases proletarias de bajos ingresos son las más perjudicadas; la escasez es resentida por las familias más pobres y marginadas.

Magnates, altos funcionarios, banqueros, ejecutivos y accionistas de altos ingresos, no merman sus dispendios y lujos; siguen su tren de vida sin ver para nada disminuido su nivel de consumo. Continúan disfrutando de buenos vinos, excelente comida, viajes, indumentaria, joyas, espectáculos y, en general, de artículos suntuarios. El pobre, por el contrario, tiene que bajar el consumo de tortilla, de chile, de sal, de fríjol, de arroz, de verduras, de fruta, de huevo, de agua, de gas, de electricidad, de papel, de aceite, de pan y, en fin, de todo aquello que conforma su canasta básica, con el consecuente detrimento de su salud y calidad de vida.

En contraste con el potentado, que sigue importando vehículos de lujo, perfumes, modas y espejos, el pobre debe disminuir la utilización del transporte, de medicinas y de esparcimiento, además de estar expuesto al desempleo, que lo dejará eventualmente en la calle.

Normalmente el pobre paga renta, hipoteca, intereses elevados, abonos de usura. Sí, todo es más caro para el necesitado. El rico es propietario, goza de rentas fijas, de intereses que su capital devenga, de entradas por aquí y por allá, de recursos financieros colocados en fondos de inversión a largo plazo, reservas en divisas, depósitos en cuentas en bancos extranjeros, bonos diversificados. Tiene además la protección de seguros y exención de impuestos en los más inverosímiles casos.

El pobre está expuesto a toda clase de contingencias; es mucho más sensible a cualquier alteración a la baja de la economía, tiene siempre la soga al cuello, vive al día y, así, todavía se le explota, se le extorsiona, y se abusa de su miserable condición.