Víctor Roura se despide de El Financiero

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El periodismo vive tiempos canallas; tiempos en que los periódicos son dirigidos por empresarios, las noticias son un negocio y la imagen debe ganar sobre el texto. En fin, tiempos apegados a aquella frase legendaria de José Pagés Llergo: “se hace chocolate sin cacao, café sin grano y periódicos sin periodistas”. A la mejor por esto, Víctor Roura se despidió de la sección cultural de El Financiero; sección que él creó y en la que estuvo al frente durante 25 años. El Financiero, fundado y dirigido por Rogelio Cárdenas hasta su muerte, y después por su familia, fue vendido a editores que privilegian estrategias de convergencia tecnológica donde el diseño juega un papel determinante y, por tanto, donde se tiende a la incorporación de textos reducidos, consideraciones con las que Víctor Roura no estuvo de acuerdo. “Lo mío —explicó a los lectores en un texto breve— es el largo aliento periodístico”. Ofrecemos a los lectores de El Presente, la despedida que el propio Víctor Roura publicó en la sección cultural de El Financiero el pasado 2 de agosto. (NdelaR)

Víctor Roura, fin de un ciclo

El periodismo cultural, por supuesto, absorbe, o debería absorber, todos los géneros posibles de la prensa: ahí están la crónica, pero también el apunte informativo (e informal); la entrevista, pero también la conversación literaria (y los debates); el reportaje, pero también los conocimientos del lenguaje (y su urdimbre); el ensayo, pero también la visión poética. Si no está incorporada la poesía en los trasuntos periodísticos, este oficio está en peligro de caer en los lugares comunes, en las siniestras muletillas, en los goznes de la maquinaria jubiladora de la escritura. (O concretarse en la connotación roja del amarillismo, donde lo único que resalta es el sensacionalismo de las imágenes verbales: como en el futbol, que a falta de un idioma razonado los comentaristas lo suplen con gritos.)

Y hacerlo, el periodismo cultural, para una o dos personas, y si se suman más qué bueno. ¿Por qué todo tiene que ser masivo para ser aceptable, o aceptado? Franz Kafka escribió para sí mismo, y hoy es un escritor universal. Siempre he pensado que es más honesto ser un periodista que no busca la masividad que uno que desea ser amplificadamente reconocido. Hay quienes se dicen periodistas, pero en realidad son oficialistas oficiantes (y ésta no es una redundancia, aunque lo parezca) de la información.

El periodista, el buen periodista, trabaja para sí mismo (tratando de explicarse el mundo, tratando de definirlo, de hurgarlo, de sacudirlo, de exponerlo), porque no se quiere mentir. Y, para ello, su arma son las palabras y las -sus- lecturas, de allí que acortarlas -o cortarlas- puede ser considerado, según el afectado, o un crimen o una bendición. Para mí, por ejemplo, es una redundancia decir «larga lectura». Los demás periodistas trabajan incluso mintiéndose. Y no les importa. Finalmente, su credencial -y su credo, cual fuere- de periodistas los avala como tales, y con eso se exhiben, orondos, en el mundo.

Sí: es doloroso ser periodista, porque se está en medio de la verdad y de la mentira.

O abre una puerta o la otra, o ambas, o ninguna.

Y con este breve texto (como breve es la vida, como breve es el amor, como breve es la amistad, como breve es la pasión) me despido de la jefatura de esta sección cultural, que fundé hace exactamente un cuarto de siglo. Porque se aproximan nuevos tiempos para ella -y para el periódico, en general-, sobre todo en estas estrategias de convergencia tecnológica y en la incorporación (reproducción) de formatos reduccionistas convencionales, con los cuales disiento (y he mantenido mi punto de vista abiertamente sobre ello frente a la dirección de este diario) y en los cuales yo no tengo ya cabida: lo mío es el largo aliento periodístico, pero tampoco voy a obstruir, de ninguna manera, el proyecto de mi amigo Enrique Quintana.

Con los años se envejece, pero uno no quiere darse cuenta, o se niega a mirarse en el espejo.

Veinticinco años son, en efecto, demasiados años.

Dejo, sin embargo, mi corazón en estas páginas, y toda mi gratitud a quienes recorrieron conmigo el arduo y gozoso camino de la prensa cultural.

Adiós a Arnoldo Martínez Verdugo, líder comunista

Por: José Luis Urzúa

ImagenArnoldo Martínez Verdugo murió el pasado 24 de mayo a los 88 años de edad. Último Secretario General del Partido Comunista Mexicano (PCM), Martínez Verdugo fue un personaje clave de la llamada transición a la democracia en México; ex dirigente y candidato presidencial del Partido Socialista Unificado de México (PSUM), en 1982, así como promotor del Partido de la Revolución Democrática, fue también el líder conciliador de un partido desgarrado por divisiones internas.

Nacido en Pericos, Sinaloa, en 1925, Arnoldo Martínez fundó del PSUM, del que fue candidato en 1982. Luego, para muchos, cometió un grave error: tras las elecciones de 1988, cedió el registro del PCM, y luego PSUM –de los comunistas históricos—, para la creación del Partido de la Revolución Democrática (PRD), una formación donde la presencia de la izquierda histórica fue simbólica en un aparato dominado por tránsfugas del PRI.

Según lo relató el mismo, Arnoldo Martínez llegó al Partido Comunista Mexicano (PCM) siendo estudiante de pintura en La Esmeralda. “Esto fue en 1946, a invitación de José Chávez Morado. En ese momento el partido se encontraba en una situación de crisis derivada de las luchas internas, Chávez Morado mantenía una postura antisectaria y no dogmática, y tal vez al invitarnos a participar buscaba abrirle camino a las inquietudes que manifestábamos ese grupo de jóvenes que aspirábamos a continuar la tradición que había sostenido el movimiento político cultural del que él formaba parte.

Autor de varios libros, entre ellos Historia del Comunismo en México (1985), y militante del PCM desde 1949 y secretario general de su Comité Central a partir de 1963, Arnoldo Martínez fue también un líder conciliador que navegó en medio del poder hegemónico ostentado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Discreto y sobrio, contrastaba con el culto a la personalidad de la tradición estalinista que nunca abandonó.

El PCM se mantuvo en la clandestinidad, salvo un breve paréntesis en los años treinta, durante el cardenismo. Volvió a contar con registro como partido con Martínez Verdugo, que fue uno de los principales negociadores de la ley electoral de 1977, que permitió su legalización como partido y su participación en las elecciones de 1979, cuando ganó por primera vez en su historia 18 diputaciones y una alcaldía en Alcozauca, Guerrero.

Fue una figura de la izquierda, con la que se presentó a las elecciones presidenciales en 1982, con el PSUM. Intentó presentarse en 1985, pero fue secuestrado días antes de la elección por presuntos miembros del Partido de los Pobres. Tras el incidente se separó paulatinamente de la vida política.

Martínez Verdugo era un hombre que no dudaba en salirse de los más férreos preceptos comunistas para defender sus propios puntos de vista. En 1977, por ejemplo, abogó por la inclusión en la política de los ministros de culto, pero nunca se atrevió a hacer lo mismo con el trotskismo. También, promovió la ruptura con la URSS tras la intervención de los soviéticos en Praga en 1968 y 10 años después por su invasión a Afganistán. “Nosotros mantenemos y defendemos que el socialismo no debe venir configurado por la experiencia de un país y, por el contrario, debe ser adaptado a la experiencia de la democracia pluralista”, afirmó en 1978.

Cuando la participación en las elecciones en México apenas rebasaba el 40%, Martínez Verdugo criticó lo que llamaba “la actitud abstencionista”, que, desde su óptica, servía «directamente a la conservación del sistema establecido, al mantenimiento de las actuales relaciones entre el poder y el pueblo y conviene en forma especial al PRI”.

En el homenaje que se le rindió en enero recordó un discurso pronunciado durante su primera campaña presidencial. “Nuestro proyecto político tiene que ir más allá de la política. Queremos construir un nuevo liderazgo ideológico y promover una profunda transformación en la sociedad”. Agradeció a “los viejos camaradas” que le acompañaban pero subrayó: “También veo caras nuevas. Y ello me motiva”.

Para muchos viejos camaradas y caras nuevas, seguramente fue muy incómodo escuchar en el homenaje de cuerpo presente, realizado en el Museo de la Ciudad de México, lo que dijo su viuda, Martha Recasens: “es un hombre de principios; tiene una estatura moral que llega a incomodar a muchos, incluso a algunos que dicen seguir su ejemplo”.

Martha Recasens hablaba en presente porque leía un texto inédito escrito por ella hace unos seis u ocho años. Luego de hablar de la tolerancia del dirigente “al narcisismo exacerbado de quienes se dicen ser hermanos, aunque han demostrado no serlo”, y de alertar sobre “los embates del pragmatismo y del pensamiento superfluo”, Recasens también recordó a los cientos de asistentes al Museo de la Ciudad de México, que “a Arnoldo no le gustan los reflectores, nunca le han gustado, porque ante todo reconoce y valora profundamente que las acciones que efectivamente trascienden son resultado de un esfuerzo colectivo, de la suma de capacidades y cualidades de muchos más. Pero también ha demostrado tener el don de conducir el esfuerzo colectivo y potenciar la factibilidad de que éste arribe a buen puerto”.

Martha Recasens habló ante el líder moral del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas; también, ante los dirigentes nacionales perredistas, Jesús Zambrano y Raúl Flores, y otras figuras como Porfirio Muñoz Ledo, Alejandro Encinas, Pablo Gómez, Salvador Martínez della Rocca, Javier González Garza, Mara Robles, Inti Muñoz, Ifigenia Martínez, Alfonso Suárez del Real, Raúl Álvarez Garín, Adolfo Gilly, Enrique Semo, Elvira Concheiro, el ex líder comunista Iván García Solís, el muralista Arturo García Bustos, alumno de Frida Kahlo, y Esperanza García, viuda del dirigente obrero Valentín Campa y el octogenario Luis Sosa Pérez, ferrocarrilero yucateco y militante al lado de Campa, Vallejo y Martínez Verdugo, que cantaron, con el puño izquierdo en alto La Internacional,mientras ondeaban una bandera roja con la hoz y el martillo.

Adiós Luis Tomas Cervantes Cabeza de Vaca

Por: José Luis Urzúa

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«Con mi más sincero afecto y con el valor de verdad como ariete, me permito hacer público reconocimiento a Luis Tomás Cervantes Cabeza de Baca, gran amigo y firme luchador del 68. Ha muerto el 2 de abril… Hombres como él no deben irse sin mención especial. Con humildad, que la voz del respeto y el honor se abra paso para grabarlo en la memoria de México. Entre la algarabía y la simulación del protagonismo que han oscurecido el recuerdo sobre ese hecho histórico, un minuto de silencio para Tomás.»

Severo Iglesias

Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca, uno de lo más destacados dirigentes del movimiento estudiantil de 1968, preso por ello y sometido a torturas en los interrogatorios, falleció la tarde del 2 de abril, a los 70 años de edad, en la ciudad de México. Según lo informó su esposa, Nubia Rodríguez Buendía, murió por problemas cardíacos y la diabetes que padecía desde hace ya varios años.

Cabeza de Vaca fue uno de los líderes más activos durante el movimiento estudiantil de 1968; era representante de la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo ante el Consejo Nacional de Huelga (CNH). Las autoridades lo responsabilizaron de izar la bandera rojinegra en el asta del Zócalo de la Ciudad de México, tras la manifestación del 27 de agosto de aquel año. Un mes después, fue detenido por agentes de la Dirección Federal de Seguridad, y acusado de incitación a la rebelión, asociación delictuosa, sedición, ataques a las vías generales de comunicación, daño en propiedad ajena, robo y despojo. Estuvo preso en la penitenciaría de Lecumberri de 1968 a 1971, y al ser liberado vivió un tiempo en el exilio en Chile.

En Lecumberri estuvo preso con los dirigentes estudiantiles Raúl Álvarez Garín, Félix Hernández Gamundi, Marcelino Perelló, Gilberto Guevara Niebla y Saúl Álvarez Mosqueda, quienes, como él, enfrentaron varios simulacros de fusilamiento. La prisión también la compartió con otros presos políticos: Demetrio Vallejo, Heberto Castillo, Valentín Campa, José Revueltas, José Tayde Aburto, Salvador Ruiz Villegas y Romeo González, entre otros.

Tras su retorno a México, fundó el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), antecedente del PSUM, junto con Vallejo, Castillo y otros luchadores sociales.

Elena Poniatowska reconoció siempre que sus testimonios fueron fundamentales para su libro La noche de Tlatelolco. En uno de los pasajes de esa obra, Cervantes Cabeza de Vaca narra las torturas que sufrió durante un interrogatorio en Lecumberri; sus captores pretendían que delatara a sus compañeros y a políticos y líderes sociales que, según las autoridades, financiaban y apoyaban al movimiento estudiantil. La Jornada citó el pasaje: “El mayor se me acercó y me puso un capuchón de una tela gruesa como lona, pero su tejido dejaba pasar algunos rayos de luz de los focos. Me cubría toda la cabeza hasta el cuello, cerrándolo a la altura de la garganta. Me doblaron los brazos y me ataron las manos por la espalda (…) Los pasos del soldado se acercaron y un golpe de su mano empuñada se estrelló en mi estómago al tiempo que preguntaba ‘¿Quién les da el dinero?’ (…) Más golpes, ahora en los testículos. Un intenso dolor hizo que se me doblaran las piernas y caí al suelo. Ahora ya no eran golpes, sino patadas en todo el cuerpo (…) Gritaba de dolor, de impotencia, de coraje, y las lágrimas brotaban de mis ojos (…) Los golpes se combinaron con toques eléctricos en los testículos, en el recto, en la boca. Y más preguntas”.

Cervantes Cabeza de Vaca trabajó para la Conasupo en 1971; en la Subsecretaría Forestal de la Secretaría de Agricultura y Ganadería en 1975; y en la Dirección de Planeación Forestal de la Secretaría de Programación y Presupuesto de 1977 a 1980. Fue profesor en la Universidad de Zacatecas de 1980 a 1990; colaboró en el Programa Nacional de Reforestación de 1994 a 1998; y fue vocal ejecutivo de los Chimalapas durante el gobierno de Heladio Ramírez, en Oaxaca. El año pasado dio su apoyo al movimiento #YoSoy132, y pidió congruencia y honestidad a los integrantes de ese colectivo.

Cervantes Cabeza de Vaca, como otros luchadores sociales murió en la pobreza. Le sobreviven su esposa Nubia y dos hijas, y un libro, Ni muerto me doy por muerto, que presentaron hace unos días en el Museo del Chopo, en el Distrito Federal.

La Mítica Yegüita

Por: Javier M. Pérez

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La Yegüita es un lugar con historia. Ha sobrevivido a los cambios de gobierno y a las alternancias de los partidos en el poder. Por ella han pasado administraciones priistas y panistas y ninguna ha hecho el mínimo ruido sobre el sitio, lo que deja en claro el apoyo con el que cuenta (de hecho, hay quienes aseguran que le pertenece a una persona bien respaldada políticamente hablando).

Instalada desde la década de los 70, la Yegüita ha recibido generaciones de queretanos, tanto “comunes” como “importantes”, que no sólo han dejado su dinero, sino también su confianza, al constatar que nada de lo que hacen ahí se hace público.

Políticos, estrellas de la televisión, actores sociales y otros personajes con poder o popularidad han visitado y se han quedado en la Yegüita, el table dance y prostíbulo más caro de la ciudad.

En un día común las puertas se abren a las 20:30 horas, momento en el que los trabajadores ya están listos para servir tragos y vender boletos para los bailes en la mesa o privados. La fiesta concluye a las 3:00 o 3:30 dependiendo del día.

Ubicado en la calle Heriberto Allera, en la Colonia Casa Blanca, la Yegüita es famosa, no sólo por la calidad de mujeres que ahí trabajan, sino también por su discreción y sus altos precios. Considerado el “tugurio” más antiguo de Querétaro, en la Yegüita tener una relación sexual con una de sus mujeres puede costar hasta 10 mil pesos; la botella de menor precio es de mil 300 pesos, y ni pensar en cerveza, porque no se vende: por barata.

El costo de los privados asciende a 250 pesos, mientras que en la mesa a 180 pesos, con el tiempo exacto que dure una canción. Este servicio es para descaso, según dicen los vecinos de la colonia.

Para ingresar al lugar hay que lucir un atuendo apropiado, como si se tratara de un antro de moda, y hay que pagar valet parking. Las edades de los asistentes comienzan en los 18 años. No obstante, dice José, vecino de la colonia, los operativos para asegurarse que así sea no llegan nunca a la Yegüita.

Yo nunca he visto que lleguen inspectores, pero el table ya está bien acondicionado para que no salga el ruido. Hacen más ruido los clientes cuando salen ya medio servidos, pero todos sabemos qué tipo de lugar es y pues ya no nos espanta”.

La primera sensación al ingresar es de impacto, producto, claro, de los impresionantes cuerpos de las anfitrionas, pero también de la gente que asiste: ejecutivos, jefes, hombres que ocupan direcciones o puestos medios o de un considerable ingreso.

La generación siempre-joven

Por: Javier M. Pérez

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Por generaciones las personas se han rehusado a envejecer. Así, para contrarrestar el paso del tiempo y, con él, las líneas de expresión en la piel, han recurrido a mascarillas, cremas, remedios caseros ancestrales, o al mismo bisturí con la firme intención de mantener una apariencia fresca y juvenil. Pero al parecer, las nuevas generaciones han descubierto otra manera de rechazar que el reloj no ha dejado de contabilizar las horas: negar que el tiempo sigue su curso y todo lo cambia.

A este fenómeno los psicólogos le llaman “síndrome de Peter Pan”, aunque no está definido como tal de forma oficial. En la vida corriente se conoce como “forever young”, los siempre-joven.

Los 30 son los nuevos 20”, expresa con alegría y presunción Alberto Sánchez Mendoza, quien afirma estar a punto de llegar a los 35 años y llevar una vida de 20.

No estoy casado, no tengo hijos, trabajo, gano bien. Mi vida está mejor que cuando tenía 20, porque no tenía ni carro. Ahora los fines me voy de antro, me divierto. Pero eso sí, descanso para al día siguiente estar bien”

Él se identifica como “forever young”, aunque dice que no en todos los lugares son bienvenidos. “Somos muchos los que nos identificamos, pero hay lugares de chavitos en donde ya no cabemos, no nos sentimos a gusto ni tampoco ellos”.

Por su parte, el vocero de la iglesia católica en Querétaro, Saúl Ragoitia Vega, afirmó que este fenómeno es consecuencia de una sociedad que ha basado su estabilidad emocional, espiritual y material en el hedonismo y el confort.

Hay un momento en que se olvida el cielo, sabiendo que la muerte es inevitable; sin embargo, la gente vive atesorando riquezas materiales que nunca se llevarán. Vivimos en una sociedad del confort y bienestar”.

Las personas maduras con comportamiento de jóvenes son señaladas y enjuiciadas socialmente, porque se considera que, a determinada edad, pasados los 30 años, se acabó la alegría; no obstante, “ésa es una actitud”, consideró Juan Carlos García Ramos, ex presidente del Colegio Estatal de Psicólogos de Querétaro.

La mentalidad tarda en madurar, no va a la par del cuerpo, pero hay casos en los que queremos hacer o hacemos cosas de jóvenes, ya siendo adultos. Pero la juventud es una actitud. Pensar en que es un adulto con actitudes de joven es una percepción negativa de la sociedad”.
El temor a ser viejo proviene a su vez del temor a sentirse supuestamente discapacitado, a crisis económicas, a los achaques, pero, sobre todo, a sentirse relegado de la familia y las amistades, argumentó García Ramos.

Lo que pasa es que tenemos el concepto de que la persona vieja está enferma, obsoleta, jubilada, con achaques y males, relegada socialmente, y entonces este rol, de ser viejo, no es algo que deseemos”.

El término “síndrome de Peter Pan” proviene de la publicación de un libro escrito por Dan Kiley en 1983, y que se intitulaba precisamente The Peter Pan Syndrome: Men Who Have Never Grown Up(El síndrome de Peter Pan, la persona que nunca crece). Según Kiley el síndrome se caracteriza por la inmadurez psicológica y social, el narcisimo, la irresponsabilidad, rebeldía, arrogancia, dependencia, negación del envejecimiento, manipulación, y la creencia de que la juventud está más allá de las leyes de la sociedad y de las normas por ella establecidas.

Como su nombre lo indica, el término está basado en el guión para teatro que J. M. Barrie escribió hace poco más de un siglo, y que, según lo explica Francesco M. Cataluccio en el prólogo de la edición de Siruela en 1999, se ha convertido en “el símbolo de un fenómeno que no ha dejado de crecer en los últimos cien años: la obstinada voluntad de seguir siendo niño. En el mundo moderno, los adultos son incitados a conservar su juventud, a “pensar como jóvenes”, a comportarse y a vestir como adolescentes… Hoy la juventud ya no es una condición biológica, sino una “definición cultural”. Uno es joven no en cuanto que tiene determinada edad, sino porque participa de determinados estilos de consumo”.

En definitiva, según Francesco M. Cataluccio, “Peter Pan ha sido el arquetipo del infantilismoque inunda el mundo moderno […] Este infantilismo extendido es la conclusión de un largo proceso iniciado en los albores de la modernidad, en el siglo XVIII”.

De los chavos banda a los hipsters en Querétaro

Por: Javier R. Pérez

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El tiempo y el sistema comercial han demostrado que son capaces de transformar valores, creencias, costumbres, modas, vestimentas y sociedades; que pueden convertir en malo lo bueno, y viceversa, y que las cuestiones “contestatarias” pueden ser transformadas en un producto listo para ser consumido.

La juventud se ha visto envuelta así por el sistema comercial, haciéndose presa del consumo, porque son los jóvenes quienes portan las modas, experimentan con looks, peinados, accesorios y géneros musicales.

En Querétaro, los “violentos chavos banda” de finales de los años 80 y principios de los 90, de imagen ruda, pantalones ajustados, rotos y doblados -para mostrar los zapatos industriales de casquillo-, cabello largo y chamarras de piel o de mezclilla, quedaron en la historia. No así su estilo.

Aquella vestimenta estigmatizada porque pertenecía a jóvenes pobres, de barrios bajos y violentos, fue rescatada ahora por los diseñadores de moda. Los pantalones ajustados están de vuelta, la mezclilla rota también. Los estoperoles son parte de las pasarelas o de las “nuevas temporadas” que se exhiben en centros comerciales. Los tatuajes, que hasta hace escasos 10 años eran mal vistos, han cobrado popularidad y prestigio.

Las modas van cambiando con el tiempo, claro. Pero en los últimos años los creadores comerciales de las mismas han recurrido a lo “retro”, o bien, a “lo rebelde”, como marca y eslogan para vender las mercancías que producen. Así, a principios del milenio, es decir, del año 2002, la fiebre y simpatía por el EZLN se propagó como pólvora en Querétaro, pese a que el movimiento había comenzado en 1994. Los jóvenes entonces salieron en masa a comprar playeras con la imagen del subcomandante Marcos. Un año después –o poco más— revivió la imagen del Che Guevara, y aquél guerrillero que luchó por un sistema político-económico más justo, terminó impreso en playeras y pantalones para jóvenes, como eslogan de la marca Furor, como marca quintaesencialmente capitalista.

Más recientemente llegó a Querétaro la moda Emo, consistente en jóvenes vestidos con pantalones ajustados, playeras con estrellas o cráneos de color rosa, y largos copetes que les tapaban los ojos. Cobraron fama cuando fueron blanco de agresiones físicas por parte de otros grupos en pleno Centro Histórico.

Una vez extinguido el fenómeno Emo, le siguió el Hipster, que causa simpatía y malestar por igual entre los jóvenes, y cuya vestimenta, ajustada, se complementa con lentes cuadrados (aquellos que estuvieron de moda en los años 50 y 80), bigote a la Salvador Dalí o Pancho Villa, y tatuajes en zonas visibles, principalmente en los brazos y el cuello.

La imagen de los jóvenes que escuchaban “rock pesado” —como alguna vez se denominó al metal, punk y otros géneros “duros”— pasó de antifashion a fashion. Los jóvenes que viven en la periferia y que aún mantienen el estilo rockero y la actitud violenta de aquellos años, pasaron entonces de ser nombrados “chavos banda” o “pandilleros”, a “chacales” o “chacos”.

José Luis Kobayashi, mejor conocido como Maykos, propietario de la tienda que lleva el mismo nombre y que está dedicada a la venta de rock desde hace 22 años, opinó en entrevista que la comercialización del rock permitió que la gente clasemediera y con más posibilidades económicas le perdiera el miedo. “Se le perdió el miedo. Antes hasta se persignaban cuando pasaban por el local, ¡ay cabrón!, decían. La gente hasta se quitaba cuando pasaba la banda, no se asomaban a la tienda”.

Esos desmadres son parte del rock: llegan nuevas generaciones y a las viejas les caga que a las nuevas les guste lo viejo. Lo hipster es una etiqueta que pone la misma banda; alguna vez una persona me dijo que los hipsters son los se sienten intelectuales. Los ñoños que les late el pedo del rock, que son cinéfilos y literatos, muy conocedores”.

Los jóvenes de ahora carecen de identidad musical e ideológica”, consideró Kobayashi. “No me late etiquetar, no me clavo. Pero eso de verlos nomás por las fotillos, de playerita y lentecito. Es un pedo nuevecito y les pegan bien duro con chistes en redes sociales”.

Quienes visitaban su tienda hace más de una década, “eran más banda, más organizados. Entre las mismas bandas hacían sus tocadas, y ahora ya no se da tanto el pinche pedo de bandas como antes”.

Para Maykos, independientemente de las etiquetas, los jóvenes de ahora no tienen ideas o compromisos; son una generación de videojuegos y de computadora, que escucha el rock que se comercializa.

Ahora van por accesorios para disfrazarse de rockeros. Los tatuajes no sólo son moda, son auge, y para los tatuadores representan más chamba. Ahora hay un chingo de tatuados; ahora se hacen los tatuajes por todos lados. Los tatuajes se comercializaron y ya no son lo mismo. En los 80’s los tatuajes eran una forma de protesta; ahora ya no tienen ningún contenido social”.

Nuevo concepto de familia en Querétaro: los dinkis

Por:  Javier M. Pérez

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A Querétaro llegó y se instaló una nueva forma de familia: la DINK (por sus siglas en inglés, Double Income No Kids, “Doble Sueldo no Niños”). Se trata de parejas que se unen para disfrutar de los placeres de la vida: viajes, compras, marcas y bares, entre otros lujos.

De acuerdo con el diputado local y presidente de la Comisión de la Familia del Congreso, Germán Borja García, los jóvenes están viviendo otro tipo de sociedad y, en consecuencia, con otro tipo de valores a los de hace 20 años, y por ello están optando por formar parejas sin hijos, enfocadas a satisfacer sus propios gustos.

Finalmente se trata de planificación familiar. Ahora muchos cambian pañales por viajes, por autos nuevos, por marcas; como tanto la mujer como el hombre trabajan, no quieren tener hijos jóvenes o de plano no quieren tener ninguno”.

El diario de circulación nacional El Economista público recientemente un artículo denominado “Dinks, la nueva clase de parejas mexicanas”. En él, señala que “sus padres probablemente luchaban y ahorraban para educar un pequeño ejército de niños con un único salario mensual, pero ahora un creciente número de parejas mexicanas de altos ingresos prefiere empujar su carro de compras en una lujosa tienda de departamentos, que un coche para pasear a sus hijos”.

Y prosigue: “se trata de parejas jóvenes, sin hijos, con altos ingresos y en las que ambos miembros trabajan… han venido creciendo en México y casi se han duplicado desde el 2005”.

Estas parejasestán impulsando un creciente mercado de bienes de lujo,gastando su dinero en todo tipo de productos, desde costosas prendas de vestir y lencería, hasta exclusivos artículos de decoración para el hogar.

Este tipo de parejas, que apenas rebasan el millón en México, se han convertido en una mina de oro para muchas importantes marcas y sus hábitos de consumo están apuntalando la demanda de bienes y servicios en la debilitada economía mexicana”.

Los «Dinks», un concepto nacido en Inglaterra en los años 80, sigue encarnando en México a una pequeña parte de la población, según proyecciones que sugieren que a finales del 2012 este tipo de parejas representaba apenas 3.4% de los hogares, por debajo del 4.5% en Brasil, el 17.6% en el Reino Unido y el 14% en Estados Unidos.

A diferencia de Europa, donde la tasa de natalidad es baja –1.6 hijos—, las parejas «Dinks» mexicanas prefieren sólo posponer la llegada del primer niño en lugar de evitarlos por completo.

La historia no oficial del asesinato de los ‘Darketos’


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Han pasado casi 14 años desde el asesinato de “los darketos”, un homicidio que hizo cimbrar a Querétaro y del que en su momento no se supo más que lo dicho oficialmente por la Procuraduría General de Justicia del Estado. Son ya, pues, más de 13 años, y algunos de los victimarios –a quienes se les había dictado la pena máxima de 50 años— ya se encuentran libres.

El contexto

Según el diario El Zócalo, Teotli Denith García, Enrique García Martínez, alias «Henry», Francisco Olvera Escobedo, alias «Crazy», y el entonces menor de edad, Ramsés Emmanuel González García, fueron los cuatro victimarios confesos de Blanca Erika Zamora, una joven de tan sólo 14 años de edad, sanguinariamente asesinada la noche del 7 de enero del 2000, y cuyos restos fueron encontrados por personal del servicio de limpia la mañana del día siguiente.

Las primeras versiones de los homicidas —cuyas edades no rebasaban entonces los 20 años de edad— apuntaban a que la víctima era la líder del grupo «Los Darketos», al que todos pertenecían. En él realizaban diversas actividades, entre las que destacaban las de tipo satánico y sexual.

En su declaración, los cuatro involucrados coincidieron en el macabro relato de los hechos: festejaban el cumpleaños número 14 de Blanca, que en realidad se conmemoraba el día 4 de enero, pero prefirieron posponerlo para el viernes 7. Los «amigos» de Blanca le habían preparado una “fiesta” en la casa de Enrique García Martínez, alias «Henry», quien tenía su domicilio en la colonia Lomas del Cimatario. Ahí, mientras la cumpleañera se encontraba “en trance”, la pusieron de rodillas, le enredaron una cadena en el cuello y jalaron de ambos extremos. Mientras Blanca era torturada con la cadena al cuello, «Henry» le propinó varios golpes en diversas partes del cuerpo. La víctima dejó de respirar, lo que hizo pensar a «Los Darketos» que la adolescente «festejada» había muerto.

Al ver las consecuencias de sus actos, Francisco Olvera Escobedo tomó un cúter y una segueta, y comenzó a desmembrar el cuerpo de la infortunada; piernas, brazos, tronco y cabeza fueron depositados en tres bolsas negras de plástico, mismas que fueron distribuidas en tres puntos del Centro Histórico con la finalidad de evadir cualquier responsabilidad.

La mañana del 8 de enero de 2000, personal municipal del servicio de limpia se percató que en una bolsa de basura, ubicada en las esquinas de las calles Venustiano Carranza y Manuel Altamirano, en el Centro Histórico, se encontraban los restos de una persona. De inmediato, dieron aviso a las autoridades correspondientes, quienes, al buscar en el mismo camión, encontraron el resto de las bolsas de plástico con las piezas que completaban el cuerpo de la joven victimada.

Los perfiles

Francisco Olvera Escobedo, El Crazy, quien comenzó a cercenar el cuerpo con un cúter, era originario de Lomas de Casa Blanca. Se unió a pandillas de su colonia, para luego ingresar a grupos de graffiteros y, posteriormente, introducirse en la escena Dark.

Enrique García Martínez, El Henry, fue quizás uno de los personajes más influyentes dentro del grupo; tenía problemas de alcoholismo y era propietario de la vivienda en donde se realizó el crimen, en Lomas del Cimatario, punto de reunión para fiestas a las que asistían pequeños grupos de jóvenes de distintos gustos y estratos sociales.

Ramsés Emmanuel González García, proveniente de una familia ‘acomodada’. Fue el primero en librar el castigo, y cortejaba por medio de notas en papel a jovencitas menores de edad a quienes invitaba a reuniones. Está libre desde 2005.

Teotli Denith García, autora intelectual del crimen. Era una persona introvertida y experimentada en el uso de drogas. Le gustaba ser la única mujer dentro del grupo.

Blanca Erika, que ahora tendría 27 años, se reunía con distintos grupos, entre ellos: los dark, graffiteros y patinetos.

Los antecedentes

Los puntos de reunión de “Los Darketos” eran el Museo de la Ciudad, el Museo Regional, en donde se llevaron a cabo diferentes eventos relacionados con el género musical, y el andador 5 de Mayo.

Vecinos de Enrique García recuerdan una de las fiestas en la vivienda. El 16 de septiembre de 1999, cerca de las 3 de la madrugada, un joven cayó sorpresivamente del tercer piso. En el trayecto, logró sujetarse de los cables de los postes de teléfono para inmediatamente ser auxiliado por los presentes, evitando así su caída.

Las condiciones actuales

De acuerdo con información oficial, Francisco Olvera Escobedo se encuentra en un módulo especial; convive con algunos custodios e internos del Centro de Reinserción Social (Cereso), y aunque muestra buena conducta no se ha considerado su salida antes de lo dictaminado, 47 años y siete meses.

Teotli Denith García, por su parte, muestra considerables avances y se podría determinar su salida. No obstante, por el tipo de participación que tuvo en el crimen no se le ha autorizado una evaluación de su sentencia.

Testimonios de ex internas del Centro de Reinserción Femenil, revelan que “ella sólo quiere olvidar e incluso ya no habla sobre el tema”.

Las autoridades, omiten

La Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), rechazó proporcionar información sobre las condiciones en las que se encuentran los dos internos, Teotli García y Francisco Olvera, quienes ya sobrepasaron los 30 años de edad y esperan el momento en que se revalore su sentencia.

¿Cómo va la vida?

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La visión negra de la vida en México, llena de problemas y atavismos, de pobreza, hambre, miseria, matanzas, corrupción y crímenes sin resolver, contrasta de manera significativa con un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), dado a conocer en París, Francia, el pasado 29 de mayo.

Según dicho informe, intitulado ¿Cómo va la vida?, los mexicanos estamos entre los ciudadanos más felices de los 34 países que lo conforman, a pesar de que somos los que más horas trabajamos —un estimado de 2 mil 200 horas contra un mil 776 horas de trabajo al año en el resto de los países pertenecientes a la OCDE—, y vivimos en un país que encabeza la lista de homicidios por cada cien mil habitantes. De acuerdo con los datos, entre 2002 y 2013 la tasa de homicidios pasó en México de siete por cada cien mil habitantes a 23,7.

Leer el reporte de la OCDE nos hace recordar el optimismo pachuco de Tin Tan. Según el sondeo de este organismo, el 85% de los mexicanos dijo “tener más experiencias positivas en un día normal (sentimientos de paz, satisfacción por sus logros, gozo), que negativas (dolor, preocupación, tristeza, aburrimiento)”. Esta cifra es superior a la media de la OCDE de 80%.

El informe de la OCDE revela, además, que aunque creamos lo contrario vivimos aún en los tiempos del macho de las películas de Jorge Negrete: las mujeres siguen teniendo menos oportunidades laborales que los hombres. Sólo el 43% de las mujeres tienen un empleo, mientras que en el caso de los hombres el porcentaje es de 78%. Eso sí, los hombres son los que trabajan jornadas más largas.

Otros contrastes: en México, la OCDE calculó el salario promedio en 9 mil 885 dólares por año, mientras que el promedio de otros países miembros de la OCDE alcanzó los 34 mil 466 dólares. Y más preocupante aún: “la brecha entre los más ricos y los más pobres en México es considerable; la población situada en el 20% superior de la escala de ingresos gana trece veces lo que percibe la población que ocupa el 20% inferior”.

En cuanto a la esfera pública, según el informe, en México “hay un sentido moderado de comunidad”, que se cuantificó en 76%, por debajo del promedio de 90%. El estudio también reveló que la esperanza de vida al nacer, en México, es de casi 74 años, seis menos que el promedio del bloque, y que “el nivel de partículas atmosféricas PM10 –partículas contaminantes del aire lo suficientemente pequeñas como para penetrar en los pulmones y dañarlos— es de 33 microgramos por metro cúbico, nivel considerablemente más alto que el promedio de la OCDE de 21 microgramos por metro cúbico”.

El informe de la OCDE concluye que los temas más importantes para los mexicanos son la satisfacción ante la vida, la educación y la salud, mientras que el compromiso cívico, la comunidad y los ingresos son los que menos interés le suscitan (NdelaR).

Día Mundial de la Bicicleta

[Publicado en el Presente. Año 3. No. 051]

El 19 de abril de 1943, Albert Hoffman sintetizó la molécula de dietilamida de ácido lisérgico, una droga psicodélica conocida popularmente como LSD. Mientras trabajaba, Hoffman decidió ingerir 250 microgramos del alucinógeno, cuyos efectos comenzaron a manifestarse pocos minutos después. El científico suizo decidió entonces marcharse a su casa en bicicleta, acompañado por su asistente de laboratorio. En el viaje en bici, al entrar en contacto con la luz del sol, ocurrió la primera epifanía psicodélica de la historia. En una bonita, aunque un tanto extraña, serendipia, la experiencia de Hoffman es la historia detrás del origen de la celebración del Día Mundial de la Bicicleta, que se conmemora cada 19 de abril, y que lejos de promover el uso del LSD trata de alentar a la sociedad a usar la bicicleta como medio de transporte. Y precisamente para conmemorar el día, dejamos aquí dos pequeños textos sobre la bicicleta.

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La velocidad de las bicicletas*

Pablo Fernández Christlieb

Los movimientos en pro de moverse en bicicleta tienen en su favor la razón. Tienen en su contra no sólo al dueño del Chevrolet que no quiere perderse el gusto de atropellar, psicológica y extrapsicológicamente a los peatones para llegar con su traje sin lluvia y sin sudor a la oficina de su estatus y otros compromisos igualmente rutilantes; también tienen en contra a la esencia misma de las ciudades modernizadas, que no es ni el hormigón ni el hacinamiento, sino una sustancia más huidiza: la velocidad, cosa que no tienen las bicicletas.

Cuando se descubrió la velocidad automotriz y se le elevó a rango de libertad individual, se tuvieron que inventar las distancias, los lugares a donde ir y algo que hacer llegando; desde entonces, no se va más rápido porque los lugares estén más lejos, sino que están más lejos porque se llega más rápido, así como no se va más aprisa porque se tengan más cosas que hacer, sino que se tienen más cosas que hacer porque se va más de prisa. La velocidad actual es de 50 u 80 kph, que es la que se cree que tienen los automóviles, pero en realidad no es la de los coches, que por amontonamiento, semáforos y dónde estacionarse, van más lentos. En rigor, se trata de una velocidad social, a la que corren las obligaciones, los deseos y las superficies asfaltadas, el trabajo, las ansias y el tamaño de las construcciones; de hecho, la mitad del estrés urbano se debe a que la velocidad de las prisas es mayor que la velocidad de los automóviles que las transportan. La acelerada es la ciudad, no los coches, como puede verse asimismo en el hecho de quienes no tienen coche a cambio tienen dos cosas: las mismas prisas y la necesidad de tener un coche.

La velocidad no reduce, sino que aumenta las distancias, extiende los espacios y multiplica los lugares, de manera que en bicicleta no se puede cumplir la agenda propia del ciudadano normal, que consiste en ir y volver; pero, entre tanto, detenerse a pagar, comer con, visitar a, darse una vueltecita por, reunirse en, andar hacia allá, de camino hacia acá. Los 20 lugares que se visitan al día son todos necesarios, queridos o importantes: el banco, los cuates, la tintorería, el súper, los niños, el cliente, la gasolinera, da lo mismo, el caso es que siempre se está a las carreras. Si la velocidad social fuera de 700 kph, la tintorería quedaría en Tampico. El movimiento de las bicicletas puede ser exitoso si es capaz de reducir la velocidad social, y ello requiere cierto radicalismo de omisión, porque ahora andar en bicicleta no es cumplimiento de una función de transporte, sino el arte de necesitar, no querer y no importar ir a donde no se pueda llegar. En bicicleta no se puede ir, y esto es una carencia; el arte está en convertirlo en que se pueda no ir, lo cual es un poder, el poder de hacer que la tintorería quede en la esquina.

La velocidad de una bicicleta es como de 15 kph. Reducir el transporte urbano a este índice no sólo significa hacerlo más económico y ecológico, sino ajustar las situaciones, actividades y tamaños de la ciudad a la dimensión humana, porque, genéticamente, el ser humano está hecho para vivir a 10 kph. En efecto, los sentidos de la percepción, y por ende la civilización, están diseñados para funcionar a velocidades de entre 5 y 15 kph, que es cuando se camina y se corre; a esa velocidad se puede ver, oír, sentir y razonar con detalle y atención lo que sucede al rededor, mientras que a velocidades más altas estas capacidades se atrofian, y ya no se pueden ver más que bultos, oír más que ruidos, sentir más que vértigos, pero no pormenores, curiosidades y bellezas. Por regla general, cuando no se puede apreciar la cara de la gente es cuando uno ya va, como el dueño del Chevrolet, demasiado rápido, más aprisa que la civilización, aunque no más lejos ni a ninguna parte. Einstein se percató de la más rápida velocidad, la de la luz, yendo a pie; mientras que en sus miles de kilómetros hecho la raya, Alain Prost sólo vio una ráfaga de paisaje, 40 veces más buda y aburrida que lo que uno se puede percibir con una paseadita en bici. Así, la bicicleta resulta ser el medio de transporte más civilizado que haya construido el ser humano, porque va a la velocidad de sus pensamientos, con los que había llegado tan lejos antes de acelerar en reversa.

*Fernández Christlieb, Pablo. La velocidad de las bicicletas y otros ensayos de cultura cotidiana. Vila Editores, México, 2005.

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Diarios de Bicicleta (Fragmento)*

David Byrne

En Nueva York voy en bicicleta casi a diario. Cada vez es menos peligroso, pero tengo que ir con bastante cuidado al circular por las calles, a diferencia de cuando pedaleo por el carril bici del río Hudson o por otros caminos protegidos. En años recientes se han añadido un montón de carriles bici, y las autoridades municipales aseguran que actualmente hay más que en ninguna otra ciudad de Estados Unidos. Desafortunadamente, la mayoría de ellos no son lo bastante seguros como para poder desplazarse tranquilamente, lo cual sí ocurre en el ya casi terminado carril del Hudson o en muchos carriles bici europeos. Esta situación está cambiando, poco a poco. Algunos de los nuevos carriles, son ya más seguros, situados entre la acera y los coches aparcados o protegidos con una barrera de hormigón.

Entre 2007 y 2008, el tráfico de bicicletas en Nueva York se incrementó en un 35 por ciento. Es difícil saber cuál ha sido el orden de los factores: si el aumento de carriles es lo que ha inspirado un mayor uso de la bicicleta o si ha sido al revés. Sospecho felizmente que, al menos de momento, el departamento de transporte y los ciclistas de Nueva York están del mismo lado. A medida que aumenta el número de jóvenes artistas y creativos que se instalan en Brooklyn, también lo hace el número de ciclistas que cruzan los puentes. El tráfico de bicicle-tas por el puente de Manhattan se cuadruplicó el año pasado (2008), y el del puente de Williamsburg se triplicó.

Y estas cifras continuarán aumentando mientras la ciudad siga haciendo mejoras respecto a los carriles bici, los aparcamientos para bicicletas y otros servicios. En este sentido, la ciudad se está anticipando, hasta cierto punto, a lo que ocurrirá en un futuro no muy lejano: mucha más gente usará la bicicleta para ir a trabajar o por diversión.

Montado en una bicicleta, al estar ligeramente por encima de la altura de la vista de los peatones y los coches, se obtiene una visión perfecta del ajetreo de la ciudad en que se vive. A diferencia de muchas otras ciudades norteamericanas, en Nueva York, por lo menos una vez al día, casi todo el mundo tiene que salir a la calle y encontrarse con otra gente: todo el mundo tiene que hacer a diario una breve aparición pública como mínimo. En una ocasión tuve que hacer un viraje brusco para no atropellar a Paris Hilton, que cruzaba la calle con el semáforo en rojo y su perrito en brazos, mirando a su alrededor como diciendo: «Soy Paris Hilton, ¿no me reconocéis?». Desde el punto de vista de un ciclista, se puede ver casi todo.

Justo delante de un teatro del centro de Manhattan, un hombre pasa por mi lado en una bicicleta: una de esas lowriders de sillín bajo y manillar alto. Es un hombre mayor, de apariencia normal, excepto por un loro monstruosamente grande que lleva sujeto delante de la bici. Sigo pedaleando y pocos minutos después otra ciclista con loro pasa junto a mí. Esta vez se trata de una mujer de calzado práctico y pinta de leer a Jane Austen. Va en una bici normal, pero también lleva un loro (más pequeño) sujeto detrás… No puedo oír qué música lleva... ¿Qué tienen ciertas ciudades y sitios, que promueven actitudes específicas? ¿Son solo imaginaciones mías? ¿Conforma la infraestructura urbana la vida, el trabajo y la sensibilidad de sus habitantes? Sospecho que bastante. Mucho, me temo. Todo este discurso acerca de carriles bici, edificios feos y densidad de la población no reflexiona sólo sobre estas cosas, sino también sobre en qué clase de gente nos convierten esos lugares.

*Byrne, David. Diarios de bicicleta. Mondadori, Barcelona, 2010.