Arte y Artilugios. A falta de crítica, malabares

Por: CAROLINA NIETO RUIZ

Querétaro ha crecido demográficamente y esto también ha influido en el crecimiento de la cantidad de actividades culturales en la ciudad. Este 2013 tuvimos un festival de fotografía en abril, un festival de danza y otro de jazz en julio, y habrá un festival de la canción en octubre y un festival de animación en noviembre. Además de las semanales funciones de teatro y cine en los diferentes espacios públicos y particulares, las diversas exposiciones mensuales en los museos y galerías, y los espectáculos de danza en espacios abiertos y cerrados.

La revista Asomarte da difusión a los eventos organizados por instituciones públicas y muchos de las instituciones privadas. De igual forma, el material impreso, las redes sociales digitales y el correo electrónico hacen su parte de promoción. También la sección de sociales y de cultura de los diarios locales incorporan algunos de estos eventos como parte de sus notas informativas.

Creo que la difusión de las actividades culturales ha ido creciendo al igual que la producción cultural en Querétaro, aunque aún faltan canales de promoción. No obstante, lo que no se ha incrementado es la cantidad de personas con el capital intelectual y simbólico que haga crítica consistente de las distintas manifestaciones culturales, para poder guiar al espectador en su elección o apreciación sobre la producción cultural de la ciudad.

Hace dos fines de semanas una amiga ―que ha trabajado en producción de espectáculos― me invitó a una función de teatro que en las redes sociales tenía muchas felicitaciones de los espectadores. Algunos de los actores eran conocidos nuestros y el montaje se presentaría sólo unas semanas más. Era una comedia de nombre Salón Danzombie cuya trama reunía, en un espacio de la Ciudad de México en 1994, a dos hombres de clase media baja, a una pareja joven de clase media alta y a la encargada de una delegación política de la capital, con el fin de burlarse de la sociedad mexicana desde ese año a la fecha.

El lugar donde se presentó la obra se había llenado y conmigo estaban, además de la amiga que me invitó, otra amiga (cineasta española-libanesa) y su novio (mexicano dedicado al diseño industrial). Tras casi dos horas de función ―donde no puedo negar que me reí en algunos chistes― los cuatro coincidimos en que fue una obra con una dirección que no encaminó hábilmente las posibilidades corporales de los actores, que se intentó sostener todo el guión en un sinnúmero de chistes locales, que la actuación de la actriz suplente dejó mucho que desear, así como la producción escenográfica. La presentación hubiera sido suficiente para una muestra de estudiantes, no para personas que se dedican al teatro profesionalmente y cobran por ello. La decepción con la que salí de la obra se incrementó al lunes siguiente cuando volví a encontrar comentarios de felicitaciones en las redes sociales.

Así como he hallado producción cultural de gran calidad, también he encontrado muchos ejemplos como el que acabo de mencionar en diferentes ámbitos artísticos. Hacen falta en la ciudad personas que se comprometan con la crítica cultural. Y no digo con esto que sólo se dediquen a descalificar el esfuerzo de artistas a diestra y siniestra, sino que hablo de gente que canalice su conocimiento específico sobre determinado tema a encontrar las fortalezas y debilidades de los productos culturales. De esta manera sus argumentos y observaciones pueden convertirse en cartografías para el espectador ―quien siempre tendrá la posibilidad de no seguir el mapa, pero podrá consultarlo si lo requiere―, y motivar, también, en los espectadores, la necesidad de estar en contacto con mejores productos culturales y, al mismo tiempo, dar la pauta e incentivar a los realizadores para esforzarse en mejorar sus productos. Hace falta, en fin, actitud crítica en Querétaro para mostrar que un buen trabajo cultural no es cuestión de gustos, sino de calidad.

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